Construcciones sociales de género
Construcciones Sociales de Género
Texto para la Mesa Redonda de las Jornadas de Salud Sexual, Derechos Humanos y Género, que se realizarán los días 19 y 20 de abril del 2001 en el Hospital Municipal Durand, en la Avenida Díaz Vélez 5044.
Panel sobre Construcciones Sociales de Género, el día 19 a las 14 hs., compartiendo la mesa con Luis Maria Aller Atucha, Clara Coria y Sandra Russo
Quiero pensar con Uds. algunos aspectos de lo que hoy me interroga respecto de las investigaciones sobre las Construcciones Sociales de Género y su incidencia en el diseño de dispositivos de acción comunitaria.
En la década de los 80, la perspectiva de género se constituyó en el marco donde alojar nuestras primeras investigaciones acerca de la conducta de nosotros los varones y donde compartir experiencias con colegas que venían desarrollando tareas similares con mujeres.
A partir de estos encuentros surgieron los trabajos conjuntos que realizamos con grupos mixtos.
Fue en este punto del camino donde nos encontramos con una dificultad que obturaba la reflexión y acerca de la cual me parece interesante reflexionar ahora.
El obstáculo se evidenciaba en el decir de las personas a partir de la tendencia a plantear: “las mujeres son todas iguales” / “los varones son todos iguales” obturándose la posibilidad de considerar las diferencias intergénero.
Así nos confrontábamos con la dificultad para reconocer la diversidad de maneras de ser varón y de ser mujer en el presente.
Por un lado los estudios de género nos aportan desarrollos fundamentales para reflexionar los roles que cada cultura, en los distintos niveles sociales, pauta respecto de las conductas esperables para que una persona se sienta identificado y sea identificado como varón y / o mujer.
Pero simultáneamente estos planteos nos introducen en un nivel de generalización que puede dificultar la concepción de dispositivos que abran las condiciones para el diálogo y el cambio, en contraposición con el atrincheramiento en posiciones defensivas y la fijación de roles estereotipados.
A qué me refiero con esto en mi experiencia.
En los primeros talleres y jornadas en que abordábamos esta problemática no podíamos sobrepasar la barrera de lo que denominamos: “guerra de los sexos”.
(Tema sobre el que escribimos con la Lic. Dely Beller: «Acerca de lo femenino y lo masculino» publicado en la Revista Española Clínica y Análisis Grupal, N° 69 de Mayo/Agosto 1995 y que pueden encontrar en www.varones.com.ar sección Textos especializados.)
Fue a partir de este obstáculo que pensé introducir ciertas modificaciones en el dispositivo.
Las puse en práctica por primera vez en las Jornadas: «Varones y Mujeres. Entre los modelos y los cambios».
(Organizada por el Grupo Orfeia (Dr. Rubén Calduch, Lic. Amalia Risso y el Lic. Oscar Németh) y auspiciadas por la Facultad de Medicina – Facultad de Artes – Secretaría de Extensión y Medio Ambiente de la UNT. Secretaría de Educación de la Provincia. Colegio de Psicólogos de Tucumán. Realizadas en San Miguel de Tucumán el 16 y 17 de agosto de 1996.)
Las Jornadas que se desarrollaron en tres módulos: un viernes a la tarde y el sábado mañana y tarde. Centramos el primer módulo de trabajo en: “la aptitud de cada uno para los cambios”. A partir de juegos y trabajando con escenas generamos condiciones grupales de seguridad y confianza a partir de las cuales abordamos las ansiedades que despierta el cambio.
Reconocer la historia de las metamorfosis que ya han sucedido en la vida y tomar contacto con las posibilidades que se han generado para cada uno a partir de las mismas facilitó el reconocimiento de ciertos aspectos de la identidad adquirida y sus aspectos incómodos con miras a concebir una transformación deseada.
Es al final de esta Jornada que escucho al conjunto de los participantes contemplando los avatares del ser varón y del ser mujer de cada otro desde una perspectiva reflexiva, curiosa y con posibilidades de escuchar y ser escuchado, o sea entablando un DIALOGO, una conversación que implique retroalimentación y no solo autoconfirmación.
Esto me lleva hoy a pensar, sentir y actuar desde esta perspectiva para generar las condiciones, crear dispositivos, que faciliten el reconocimiento de las diferencias en relación con los otros: la aceptación de la diversidad y la posibilidad de reconocer lo distinto en mi mismo: lo extraño.
La percepción de que en esta área estamos trabajando en niveles que hacen a nuestra identidad y la de quienes trabajan con nosotros, tanto sea colegas como quienes nos consultan, me lleva a considerar de suma importancia las diferentes maneras en que la resistencia al cambio se exprese en cada persona y en cada sistema vincular ya sean parejas, familias, amigos,…
Es en este sentido que me permito subrayar la importancia que considero tiene hoy para un operador realizar un trabajo grupal donde revisar e investigar los supuestos que lo determinan en su manera de mirar y ver.
Poder revisar el observador que cada uno es de los otros y de sí mismo.
Creo que es la mejor manera de cuidar nuestra tarea y también a nosotros mismos, apuntando al saneamiento del rol profesional.
Ir circulando por estas ideas, dándole forma transmisible a mis inquietudes me hace encontrarle una lógica posible a un hecho que me llamó la atención en estos últimos días.
Estuve revisando el sitio www.varones.com.ar , que dirijo y cree hace dos años.
Me encuentro con lo siguiente: En la sección actividades, los grupos de reflexión de varones han sido desplazados del primer lugar en el listado por los grupos de abordaje de situaciones de crisis y cambio.
Ahora bien, focalizando en el tema varones, generalizando a sabiendas de sus riesgos, podemos decir que hoy el número de hombres que se interroga por su rol se ha incrementado sensiblemente respecto de la época en que realizamos las primeras experiencias en los 80.
Del mismo modo la visibilidad de las problemáticas masculinas ha aumentado en el cine, la literatura, los libros especializados, la poesía, la música, el teatro, etc. **
De todos modos, sigue siendo un factor determinante la dificultad para aceptar los quiebres y pedir ayuda en el plano que sea – no solo a nivel de la salud.
El modelo “del que puede” sigue jugando un papel determinante en la construcción de la masculinidad con sus diferentes versiones en cada área de la vida.
La estructura de poder propia del sistema patriarcal determina para el rol varón dificultades en el vínculo con los otros en general ya que las mismas pasan a ser sesgadas por formas diversas de dominación.
En función de estas circunstancias hoy es muy frecuente que cuando un varón llega a la consulta individual o para un grupo lo haga por una situación crítica de cierta gravedad.
Amenaza de rupturas en los vínculos significativos, enfermedades, pleitos, accidentes, situaciones de violencia.
Mi desafío personal hoy pasa en este sentido por crear una campaña, un decir sobre esta problemática que permita encarar un plan de asistencia primaria y no secundaria o terciaria.
El año pasado hice una pequeña encuesta * para tratar de encontrar la manera de nombrar los malestares masculinos que facilite la consulta y estamos procesando los resultados tratando de concebir las condiciones para que cada varón pueda sentir que tiene posibilidad de ser acompañado, escuchado en sus frustraciones y esperanzas, sostenerse con otros y salir de la soledad que incrementa sus sensaciones intolerables de fragilidad.
Quisiera detenerme un momento en los síntomas que llevan a que un varón sea asistido: problemas digestivos, dermatológicos, disfunciones sexuales, trastornos del sueño, un accidente, son en muchos casos la forma en que un varón llega a pedir ayuda.
Y en muchos casos los médicos se encuentran con la resistencia del caso, que en general está directamente relacionada con la decodificación del pedido implícito de cuidado, al que en la práctica dan respuestas adecuadas los profesionales sensibilizados con la problemática.
Frente a otros síntomas, como la violencia doméstica, hay hoy dispositivos pensados más allá del alejamiento del victimario y las medidas punitivas.
Cuando éstas últimas son la única respuesta cierran su ciclo sin generar un crecimiento personal que permita una lógica de vinculación distinta en la familia y esto desencadena en muchos casos situaciones tan graves o peores aún que las que se tenían en un inicio.
Las experiencias realizadas con la Dirección de la Mujer, en San Luis, el Instituto del Varón en Costa Rica, o los realizados en el CEPCI, Ciudad de México, que continuaron la línea de trabajo iniciada en Tucumán, han generado mayores resultados.
Varones y mujeres convivimos cotidianamente y si no queremos potenciar las tendencias a la soledad ni fomentar la renuncia al desafío de compartir debemos tender a trabajos que contemplen tanto a varones como a mujeres.
*
Grupos de reflexión de varones
Para Varones…
– que hicieron «todo lo que debían», pero no se sienten felices.
– dispuestos a transformar sus crisis en oportunidades.
– comprometidos con seguir la brújula de sus deseos.
– decididos a encontrar la plenitud en cada ciclo vital.
– interesados en interrogarse respecto a cómo establecen sus relaciones con: amigos, parejas, hijos, sobrinos, padres, tíos, jefes, empleados, compañeros,…
– ocupados en optimizar su vínculo con el trabajo y/o profesión
– preocupados por canalizar sus fantasías en proyectos positivos.
– deseosos de instalarse con plenitud en la paternidad.
– curiosos del desempeño de los posibles roles de un varón hoy.
Experiencia vivencial donde el compartir, jugar y reflexionar con otros:
– Cataliza el cambio de actitudes;
– Sorprende con nuevas maneras desde donde mirar la realidad;
– Amplia la perspectiva de comprensión de las crisis;
– Incita a desplegar un abanico de recursos alternativos;
– Incentiva la curiosidad y el espíritu crítico;
– Permite apropiarse de la plenitud en cada ciclo vital descubriendo sus posibilidades y reconociendo sus limitaciones
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Lic. Guillermo Augusto Vilaseca
Psicólogo y Docente.
Autor del libro: «Por qué los hombres no entendemos a las mujeres»
Dirije:www.guillermovilaseca.com.ar www.varones.com.ar y www.clinicasgrupales.com.ar
Fue Presidente de la Sociedad Argentina de Psicodrama