Reflexiones

Nadie es más rico que el que siente gratitud

floresLos vínculos afectivos no sólo enriquecen el corazón, sino que tienden lazos de solidaridad y empatía, que diluyen el aislamiento.

Hay personas que tienen cierta predisposición a la gratitud. Son las que no dan nada por sentado. Se emocionan como un principiante ante cada palabra de elogio, ante el buen desempeño de otra persona o ante cada día de sol. Se trata de personas orientadas al presente y que tienen una elevada capacidad de reacción.

Vale la pena analizar esa predisposición a la gratitud porque genera una mentalidad que compensa las características convencionales de nuestra cultura.

Vivimos en una meritocracia capitalista. Esa meritocracia alienta a la gente a ser autosuficiente e intentar estar en completo control de su destino. Pero quienes están predispuestos a la gratitud son hiperconscientes de su constante dependencia de otros. Valoran la forma en que los han formado padres, amigos y ancestros. Les alegra que el ideal de la autonomía individual sea ilusorio.

La lógica básica de la meritocracia capitalista es que obtenemos aquello por lo que pagamos, que ganamos lo que merecemos. Pero quienes están predispuestos a la gratitud advierten una y otra vez que reciben mucho más que aquello por lo que pagan y que son mucho más ricos de lo que imaginan.

El capitalismo nos alienta a considerar que los seres humanos son criaturas egoístas y utilitarias. Pero las personas agradecidas están en consonancia con la economía del don, en la cual lo que motiva a la gente es la solidaridad además del propio interés. En la economía del don, la intención cuenta.

Sentimos gratitud hacia la gente que trató de hacernos favores por más que esos favores no hayan funcionado. En la economía del don, la empatía es fundamental. Nos sentimos agradecidos cuando algunas personas nos demostraron que les importamos más de lo que pensábamos. Sentimos gratitud cuando otros dieron un salto imaginativo y se pusieron en nuestro lugar, por más que ello no les reportara beneficio alguno.

La gratitud es siempre un aglutinador social. En la economía capitalista debe reembolsarse la deuda al acreedor. Pero una deuda de gratitud se devuelve más adelante, cuando se pueda, sin presiones. De esa forma, cada don se extiende y une a la gente en una vinculación de afecto. Nos recuerda que una sociedad no es sólo un contrato basado en el mutuo beneficio, sino una conexión orgánica basada en la solidaridad natural, conexiones que no sólo se alimentan del propio interés, sino de lealtad y servicio.

Escrito por David Brooks

Publicado en C l a r í n 16/08/2015

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