Iluminando las zonas de ceguera
Diálogo entre Margarita Cantalejo y Sergio Sinay
La necesidad del otro es un factor fundamental de la condición humana. Pero no de cualquier otro ni a cualquier precio. Toda relación entre personas es una construcción que se consolida, enriquece y trasciende a través de situaciones y experiencias compartidas, en las cuales nos ponemos en evidencia ante ese prójimo en la medida en que lo conocemos en su esencia. Conocer, en este plano, significa acceder a las luces y las sombras del otro, el prójimo real y no el deseado o idealizado. A menudo la desilusión que una persona nos produce proviene de no haber visto en ella lo obvio.
No creo que haya atracciones mágicas que se materialicen por el simple hecho de haber sido invocadas o deseadas. Todo vínculo, hay que insistir en esto, es una construcción posible y real entre seres reales. Por eso a veces lo que consideramos una traición del otro es el fin de una ilusión propia. El otro no ha cambiado, siempre estuvo ahí, pero apegados a él o dependientes de lo que creíamos que sólo esa persona nos podía brindar, no advertimos ninguna señal o las fuimos negando.
Confiar en que ciertas leyes mágicas nos llevarán al encuentro de un alma gemela puede significar el abandono de la propia responsabilidad en la cimentación del vínculo. Eso nos pone a merced de quienes ven en los otros a meros objetos que pueden ser moldeados o manipulados para la conveniencia propia. Es entonces cuando aquello que depositamos en sus oídos (es decir, nuestro precioso capital emocional) puede ser desvirtuado y operado contra nosotros. A veces alcanza con retirarse en cuanto esto se produce. En otras oportunidades, cuando la profundidad e historia del vínculo lo amerita, denunciar la manipulación puede ser una manera de confrontar al otro con su responsabilidad, o también de empezar a trabajar juntos para reparar el vínculo; hacerlo más real y menos ideal..
Escrito por Sergio Sinay, publicado en L A N A C I O N