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¿Qué tiene que ver el tango con la filosofía?

12816_436031979789559_429388926_nHablar de las relaciones entre el tango y la filosofía no es ninguna novedad. Desde 1917, en que Pascual Contursi le agregó a un tango palabras escritas ex profeso para acompañar a la música, no se dudó en hacer referencia a la filosofía cada vez que algún letrista inspirado proponía una reflexión más o menos profunda.
No es el caso de “definir” la filosofía; baste decir que se inventó hace veintisiete siglos en ciudades griegas y que luego siguió su curso. Los problemas que la originaron se adaptaron al estado de cada sociedad en cada momento histórico. No obstante, a partir del siglo XX, cuando también el tango pudo ponerse a filosofar, no tuvieron eco en sus letras los temas de la filosofía de entonces ni aquellos clásicos: la posibilidad de la razón de captar la realidad, la libertad individual, la posible existencia de un orden en la historia. En tanto testigo de su tiempo, las letras de tango retomaron el espíritu que la filosofía había tenido en sus orígenes , cuando fue patrimonio exclusivo del pueblo griego (la filosofía fue sólo “griega” durante seis siglos; recién en el siglo I a.C. Lucrecio comenzó a filosofar en latín), especialmente en la época llamada “helenística”, a partir del siglo III a.C. -en la cual surgen las escuelas cínica, estoica y epicúrea-, cuando ella deviene el análisis y la búsqueda de un modo de vida. Es como si más de veinte siglos no hubiesen transcurrido desde entonces.
Nuestro siglo XX se parecía demasiado a esa época de crisis , y algunos letristas de tango que pretendían ir más allá del relato de amores y desventuras r eflexionaron sobre la decadencia del presente, exaltaron el pasado, se lamentaron de la brevedad de la vida, se quejaron de la omnipotencia del destino . Una verdadera visión del mundo surge de varios tangos memorables (Tiempos Viejos, de M. Romero; Las cuarenta, de F. Gorrindo; Pan, de Marambio Catán), pero es sin duda E. S. Discépolo quien mejor refleja ese “ siglo XX, problemático y febril ”. La mayor parte de sus letras muestra no sólo un diagnóstico de su tiempo muy similar al que presentaron los filósofos cínicos en su momento, sino también una extraña semejanza con el “método” provocador de éstos: el grotesco, el ladrido (ver la última estrofa de Yira, yira), la imposibilidad de imponer la razónporque “la tiene el de más guita”) en una sociedad globalizada en la cual “vale Jesús lo mismo que el ladrón”.
Como resumen de las relaciones entre tango y filosofía no se pueden ignorar estos versos sublimes, escritos por L. Pieroti, un autor de otras letras olvidables, que se asombraría si supiera que lo relacionamos con la filosofía: “ Vivir es morirse soñando mentiras. Vivir es un sueño que cuenta la vida ”. ¿Heráclito de Efeso lo habría sentido hermano?
 

POR NÉSTOR LUIS CORDERO PROFESOR DE FILOSOFIA ANTIGUA (UNIVERSIDAD DE RENNES I) Y MIEMBRO EN FRANCIA DE LA ACADEMIA PORTEÑA DEL LUNFARDO Y DE LA ACADEMIA NACIONAL DEL TANGO

*Autor de “Veinte siglos no es nada. Filosofía, tango, París” (Biblos)
Imagen: Dúo Media Esquina
 

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