Crónicas e conversas psiocodramáticas, lectura recomendada
Escrito por María Alicia Romaña
Editorial Summus
RESONANDO A PARTIR DE «CRÓNICAS E CONVERSAS PSICODRAMÁTICAS»
Estoy sentado a la mesa del comedor de mi casa en Buenos Aires, Argentina.
Me propongo escribir a partir de un texto producido por una mujer que trabajó desde los primeros pasos del desarrollo del psicodrama en la Argentina, junto a quienes luego serían mis maestros. Antes de conocerla personalmente, había leído sus libros y artículos sobre psicodrama pedagógico.
En estos dos últimos años he tenido acceso a partes de este libro que hoy releo en su totalidad y que está próximo a ser publicado. El hecho de que en el mismo esté incuído el relato de la experiencia de nuestro encuentro, los intercambios epistolares y los trabajos compartidos me sumerge en emociones diversas y contradictorias.
Ahora pienso que tal vez esta conmoción, además de un año muy rico en proyectos profesionales y personales, me ha llevado a dilatar este momento. Así es como este libro que he ido releyendo por fragmentos me ha acompañado en estos últimos meses.
La posibilidad de encontrar mis palabras se hacía esperar. Los compromisos editoriales operaron de catalizador. A partir de «Exilio?? Isso Nao e Comigo!!» comienzo a descubrir que el texto me obliga a retransitar aspectos de mi incilio; los múltiples viajes a Brasil para visitar a mis amigos exilados. Recuerdo también que en esos años sólo lograba dormir tranquilo mientras duraban esos viajes . Había aprendido a contener el dolor, la tristeza, la incertidumbre, la rabia.
Evoco un recital público y abierto en el hall del Teatro General San Martín, poco tiempo antes de la vuelta a la etapa democrática. Escuchabamos a Marikena Monti. Después de muchos años me encontré cantando con otros y en la medida en que mi voz se me hacía audible en ese coro espontáneo percibí por primera vez la presencia de una coraza instalada en mi pecho que empezaba a aflojar su presión.
Un escalofrío, que todavía hoy recuerdo visceralmente, recorrió mi cuerpo mientras me resonaba el título de la película «Todos estamos en libertad condicional». Aparecen imágenes de múltiples situaciones que se nos habían hecho cotidianas: allanamiento de bares, controles en la calle , «hospedaje» de amigos, acompañamientos antes de la partida, etc.
A pesar de ese clima nuestra vida seguía, tratando de preservarnos e intentando forjar un espacio donde mantener vivos nuestros valores.
La Primera Escuela Privada de Psicología Social, fundada por el Dr. Enrique Pichón Riviere, nos cobijó en esa época en que estaba prohibido reunirse por el estado de sitio y había sido cerrada la facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
No sin miedo ni sobresaltos tuvimos nuestro bastión de resistencia y fue allí mismo donde el movimiento psicodramático argentino convocó a las «Primeras Jornadas de Intercambio, Profundización, Extensión de Conocimientos y Aplicaciones del Psicodrama» organizadas por la Sociedad de Psicodrama, en octubre de 1983.
Un evento científico se transformó en una fiesta donde compartimos el júbilo por los reencuentros, el dolor por los muertos y la añoranza por los ausentes. Allí pudimos preguntarnos y preguntarles a los maestros: ¿Cuáles son sus desarrollos en Psicodrama hoy?
La desgrabación de sus reflexiones nos impulsó para fundar la Revista Argentina de Psicodrama y Técnicas Grupales en la Sociedad Argentina de Psicodrama, que habíamos logrado instituir a partir de 1980.
Justamente en relación a la historia del movimiento psicodramático, el encuentro con María Alicia me permitió disfrutar , a través de sus relatos, de aspectos de la historia del nacimiento del psicodrama en la Argentina que ignoraba. Como se lo he dicho, creo que hay una generación para la cual sería interesante poder conocer su versión de esta historia, plena de gratitud y desde la perspectiva que brinda la distancia.
Este encuentro con María Alicia fue en 1996, a pocos meses del nacimiento de mi segunda hija, Marina, y sobre la fecha del octavo cumpleaños de mi hija mayor, Valeria.
Fue otro nacimiento, el de una amistad a partir de la cual comenzamos a intercambiar correspondencia. En este diálogo que accedí por primera vez a: «Psicodrama en Manhattan», donde comencé a sentírme hermanado por las coincidencias de nuestros respectivos recorridos.
Como en todo su trabajo, María Alicia se abre y brinda la oportunidad de participar de la particular metamorfosis que vamos experimentando en el devenir personas / ciudadanos / profesionales. Cual un diario de bitácora nos permite acompañar a un protagonista siempre inserto en grupos. Su derrotero atento a las producciones grupales invita a conectar con los propios tránsitos sin falsos pudores ni prejuicios, alejados de la seducción de los dogmatismos.
Así nos lleva a preguntarnos:
- ¿Cómo circulamos por los eventos científicos?
- ¿Qué facilita nuestras transformaciones?
- ¿Cómo concebimos nuestro posicionamiento como profesionales?
- ¿Qué imagen de nosotros mismos creemos construir en el intercambio con los otros?
- ¿Cómo circulamos por los encuentros personales?
- ¿Qué afectaciones nos potencian la capacidad de devenir?
En el capítulo «Entre viejos y nuevos caminos» Maria Alicia me honra con su descripción de mi trabajo a través de una mirada respetuosa, curiosa y permeable. Me da la oportunidad de re-visitar mi labor tal como fue experimentada por ella más allá de lo que yo hubiera pretendido hacer y/o decir. Su escena de «rolling stones» me retrotrae y hace sintonía con lo pétreo en mi pecho que cobra movimiento, se afloja, deviene leve…
Su puntuación de mi trabajo resalta la idea de una concepción del psicodrama que rescata y potencia el sentido de lo grupal, temática que es central en sus investigaciones.
Me surge un pensamiento que en principio aparece como una disgresión:
– Esta no es la primera vez que un maestro me pide que hable sobre un libro suyo.- Recuerdo que en 1986 Gladys Brites de Vila me solicitó que hablara para la presentación de su libro: «Manual de Juegos para los más pequeños» en coautoría con Marina Müller. En 1975 Gladys era la directora del Centro del Lenguaje, mi primer trabajo rentado como terapeuta de grupos. Junto a ella y al equipo que integrábamos, trabajando con «rol playing», me inicié grupalista. Realizábamos una práctica asistencial comunitaria de admirable eficacia.
A fines de los 80 el Dr. Hernán Kesselman me invitó a hablar en la presentación del libro que escribieran con el Dr. Eduardo Pavlovsky: «Multiplicación dramática». Así formé parte de un conjunto de multiplicadores que compartimos nuestras resonancias en otro encuentro / festejo en el familiar salón de la Escuela de Psicología Social, en el que una vez más Ana Quiroga nos albergara.
Hernán regresó de su exilio en España y establecimos una entrañable amistad que alimentamos en nuestros desayunos de los jueves junto con David Szyniak.
En el aula-taller de multiplicación dramática y psicoterapia operativa que el coordina me revigoricé en un estar grupalista que potenciaba mi pasaje por la Escuela de Psicología Social y mi formación como psicodramatista con Eduardo Pavlovsky y Olga Albizuri de García.
Al agotar esta línea asociativa – hitos de una formación asistemática en épocas de crisis- me doy cuenta de su sentido. La mirada de María Alicia sobre mi trabajo hace hincapié en este aspecto de mi estar grupalista permitiéndome acceder, en el diálogo con ella, a cierta integración de fragmentos que descubro disgregados de mi historia/formación.
En la descripción de sus trabajos con grupos, María Alicia da cuenta de las experiencias tal cual fueron, sin recortar las mismas a lo que hubiera pretendido que ocurriera. Compartir, pensar y reflexionar los actos de un coordinador desde la improvisación , sostenida en el marco del dispositivo que planificara y la confianza en su formación, le permite el encuentro con lo desconocido, con la sorpresa, accediendo a la dimensión de la investigación, a la aventura de la ciencia.
Esta es una senda en la cual entiendo se mantiene vivo el espíritu del Psicodrama, su condición mutante, su especificidad al transformarse en herramienta de intervención en distintos momentos de crisis.
La perspectiva del reciclado tratada en «Multiplicación por resonancia» aparece como una ecología esperanzada. La idea de ciclos, procesos de deconstrucción y reconstrucción en los que tenemos que volver a elegir en concordancia con nuevas situaciones y circunstancias posicionan el vivir como una permanente oportunidad para el despliegue de los flujos pasionales.
En «No rabo do foguete», surge el protagonismo como actitud responsable y activa ante los hechos de la realidad, que no es necesariamente bella ni armónica, sino que está por ser construida por todos y cada uno en tanto nos construimos a nosotros mismos.
«Compondo uma oficina» evoca en mi interrogantes diversos:
¿Qué lecturas hacemos de los aconteceres grupales?
¿Cómo correr los velos naturalizados por los determinantes climáticos, socio/históricos, económicos, etc. de nuestra época?
¿Cómo reconocer los interlocutores a quienes celebramos en nuestra tarea?
¿Cómo desentrañar los personajes que nos habitan sin saberlo e interfieren nuestra producción, creatividad, espontaneidad frenando el flujo de nuestra pasión?
¿Qué sentidos cobra hoy elegir un protagonista en un grupo?
¿Cuál es el lugar operativo para el director, coordinador, animador, facilitador?
¿Qué sentidos adquiere la co-coordinación?
¿Cuáles son las indicaciones y contraindicaciones de las diversas técnicas psicodramáticas?
¿Qué dispositivos potencian el sentido de la grupalidad, cuáles refuerzan la creencia de versiones del individualismo tales como: «sálvese quien pueda»?.
«Moreno no Brasil» es un coro que me hace percibir al creador del psicodrama como expresión de un saber y un quehacer que es co-re-descubierto en las practicas grupales, teatrales, artísticas y la interrogación atenta a los procesos sociales.
Cuando un grupo produce escenas suelo solicitarle que jueguen a inventar títulos. A partir de la lectura de este libro me surgen:
-De la condición de ciudadano como ser arbóreo enraizado al estar rizomático.
-Del exilio a la brasilidad llegando a un fin de siglo mercosuriano.
-Del psicodrama como un estar con otros, atento, curioso, deconstructivo que nos abre a la apropiación del juego y la pasión.
En los grupos, después de una exposición, solemos pedir que pongan en voz alta alguna idea que sigan escuchando internamente. Se me impone:
-La educación por el arte camino hacia lo interdisciplinario.
-La interrogación como desafió de la curiosidad.
-El conocimiento y la verdad como producciones grupales.
-La metáfora como estructura que toma contacto con los hechos, late a partir de ellos sin agotarlos, resuena, los hace vibrar, no captura ni diseca, ofrece ficciones posible.
Quedo habitado de interrogantes:
¿Cuál es nuestra responsabilidad en la creación y diseño de dispositivos grupales?
¿Cómo percibir la potencia en las limitaciones y la sabiduría en las posibilidades?
¿Cómo reconocer el aprendizaje a partir de los errores frente a los aciertos casuales en una época exitista?
¿Cómo soportar que todas las versiones son provisorias y parciales?
¿Cómo contar narrar sin aburrir ni aburrirnos?
Al terminar esta lectura, siento gratitud por la confianza depositada y una gran responsabilidad al percibir que este libro da cuenta de un ciclo en la articulación personal-profesional de una colega que nos abre la cocina de sus y nuestros pensamientos.
Durante estos días en que le di forma a estas resonancias soñé y he organizado una nueva versión de mi historia profesional a partir de fragmentos de vida que no habia enlazado hasta el presentes.
Gracias Maria Alicia por esta oportunidad.
Lic. Guillermo A. Vilaseca
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