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Reflexiones en torno a la película La Ola

Trabajar sobre las resonancias a partir de una película es una oportunidad de contacto con el arte que mueve a  jugar con las versiones de una historia, abrir las perspectivas y pulsar el tono desde el cual está planteada y posibilita ser metabolizada.
Dicho esto, si  bien podría considerarse una obviedad, quiero comenzar dejando en claro que esta es mi Ola.
Esta de la que les quiero hablar es en la que pude barrenar y derivar.
Como toda producción artística merece tantas reediciones, genera tantas versiones como observadores estén dispuestos a considerarla.
Es justamente la estructura metafórica de las producciones artísticas lo que las hace multívocas y por lo tanto particularmente aptas para bordear temáticas  sin darles un sentido único ni cristalizar significados. En ese sentido en el trabajo terapéutico son para mi una herramienta fundamental para aludir a una situación pudiendo al mismo tiempo desplegar sus ribetes y alternativas.
Hoy me han convocado en tanto especialista en grupos, alguien con una mirada particularmente curiosa respecto de los fenómenos grupales, pero el primer punto de identificación que me genera la película tiene que ver con la condición de docente.
Un maestro que se plantea interrogantes en relación a la dinámica de la relación con sus alumnos en el marco de una institución que si bien tiene cierta flexibilidad plantea un esquema normativo.
Esto me recuerda algunas situaciones vividas como docente en escuelas primarias, secundarias y en la universidad que van desde la sensación de poder instalar un orden nuevo que a semejanza de la piedra que cae en el estanque va a ir transmitiendo las ondas a todo el espejo de agua, como así también otras circunstancias donde la estructura institucional marchitó flores de colores maravillosos que apenas lograron insinuarse.
En la película me encuentro con un marco institucional y social que da la posibilidad de plantear una experiencia en el marco de un grupo de alumnos en una relación de cierta empatía cómplice con un profesor, segregado entre sus pares, que se instala como líder de la experiencia enmarcada dentro de las actividades experienciales pautadas por la institución.
Aquí aparece un tema para mi apasionante y que tiene que ver con “las reglas del juego”.
Hoy en el ámbito de las empresas se habla de reglas implícitas y explicitas que definen el clima laboral, siendo intensa la preocupación por el creciente grado de malestar, incomodidad, tensión, que además de repercutir en la tarea, sin duda afecta la salud mental de quienes trabajan. Así es que hoy en día escuchamos hablar insistentemente de estress laboral, moobing, burn out.
Estas “reglas de juego” son las condiciones de posibilidad para los vínculos en el grupo y como diría Pichon Riviere para los resultados de la tarea implícita y explicita. Para llegar a las metas que el grupo asuma pero fundamentalmente como nos decía Bateson para aprender, mientras hacemos lo que hacemos tal como lo hacemos, a convivir con los otros de cierta manera, lo que el denominaba metaaprendizaje.
En la medida que se desarrolla la trama de la historia van apareciendo las diferentes formas en que cada uno de los miembros del grupo metaboliza la propuesta de acuerdo al sentido que tiene en el devenir de sus circunstancias existenciales propias y las maneras de metabolizar la propuesta que van teniendo los compañeros y sus repercusiones recíprocas.
El espectro es amplio y va desde aquellos que asumen un compromiso absoluto con dichas reglas en la medida que hacen sintonía con sus necesidades de amparo y normatividad desde sus inseguridades y vulnerabilidades hasta aquellos que se resisten a aceptar estas propuestas homogeneizantes, pasteurizantes, indiferenciadoras y excluyentes desde una posición personal de creer en si mismos, en sus ideas y en la posibilidad de considerar posturas incluyentes.
Paulatinamente estas reglas son matizadas con todas las circunstancias que pueden darse en el marco de un grupo de estudiantes, este telón de fondo se va haciendo figura y la tensión va creciendo en la medida que se va instalando el tema del poder y la violencia como camino de solución de los conflictos. Concomitantemente aparecen la intimidación y el miedo.
Crecen las ansiedades persecutorias, disminuye la posibilidad de elaborar conflictos en la medida que la posición depresiva es desplazada por la posición paranoide, no hay como procesar los duelos propios de la terminación del ciclo que el conjunto esta atravesando con las peculiaridades que tiene para cada uno de acuerdo a los otros duelos que estén actualizados y activos en ese momento.
La instalación de esta dinámica requiere de un “acontecimiento” para ser desactivada.
Alan Badiou describe al acontecimiento como un acto que surge de manera inesperada. Implica una novedad radical, es una ruptura en la cual ya lo anterior no puede sostenerse tal cual era. Surge de una situación pero desde ella misma no es calculable, no viene de un encadenamiento de hechos de los cuales se espera un desenlace determinado, remite más bien a los posibles de la situación. Surge desde algún vacío que toda situación contiene pero queda fuera de las leyes regulares de la misma. Nombra el vacío en tanto nombra lo no sabido.
Considera cuatro campos del acontecer humano desde los cuales pueden surgir acontecimientos: El Arte, el Amor, la Ciencia y la Política.
Considera dos dimensiones desde las cuales los acontecimientos profundizan su significación y trascendencia: la fidelidad y  la verdad.
La fidelidad reside en la decisión y el coraje de extraer todas las consecuencias que produce un acontecimiento, ser fiel a esa radical novedad, no desentenderse de ella. Implica moverse en la situación según el acontecimiento, que al estar fuera de las leyes previas, obliga a inventar una nueva manera de ser y de actuar.
Denomina verdad al proceso real que esa fidelidad produce en la situación. El proceso de verdad es un agujero en los saberes instituídos. Ante el vacío producido por una verdad, el sujeto es afectado de angustia o terror, reapropiables por el coraje.
Me parece particularmente interesante como se va forjando el proceso donde la adhesión a un conjunto de pautas o reglas de conducta en tanto diluyen el “Miedo a la libertad” como tan bien lo caracterizaba Erick From otorgando un sentido se seguridad apoyado en la pertenencia a un grupo con sus reglas de pertenencia, su uniforme, sus símbolos, y los privilegios de protección por pertenecer.
Hay un diálogo entre madre e hija donde aparece la tensión entre la idea de encontrarse consigo mismo, las posibilidades y limitaciones a partir de las propias experiencias de vida en oposición a la sensación de alivio que describe la hija cuando se ajusta a las indicaciones y pautas que encauzan su conducta y la del grupo licuando los conflictos inherentes a la investigación, elección, inclusión de lo diferente, aceptación de la diversidad.
Se hace palpable la tentación de seguir recetas en vez de construir el camino propio y tomar el desafío de ser el arquitecto del propio destino en el fluir de la existencia donde cultivo la responsabilidad de mis elecciones.
El desenlace del final me contactó con conceptos como timing, desestructuración, mecanismos de defensa, identidad pero fundamentalmente se me impuso un principio que ha sido muy importante a la hora de diseñar, coordinar y supervisar experiencias grupales, que orienta a definir condiciones básicas de lo que en el trabajo denomino seguridad psicológicas:” no movilizar aquello que no estemos en condiciones de contener”.
Como coordinador, director de psicodrama, terapeuta o  cualquier rol asimétrico donde otro recurre en busca de algún tipo de asistencia tenemos la responsabilidad de “tratar bien” como vía para restablecer la confianza en los semejantes.
Los hombres en nuestros vínculos podemos generar circunstancias maravillosas pero también hechos siniestros, hoy esta convalidado que uno de los peores niveles de abuso es el maltrato en el marco de una relación humana donde quien tiene el rol de cuidador traiciona su compromiso.
De allí que me parece tan importante sostener el principio de “abstinencia” como condición de posibilidad de acompañar a otros en la construcción de su destino y no el que nos parezca adecuado desde nuestra perspectiva.
En este sentido es importante tener en cuenta la potencia del dispositivo grupal. En él cada persona está de cuerpo presente, con la percepción de su imagen ante si mismo y ante los otros, con su respiración, sus movimientos en el espacio y en relación a los otros, las emociones que afloran a cada momento, las sensaciones que se van percibiendo y las interacciones directas y con quienes observan. Los pensamientos, lo que cada uno dice, cómo lo dice y cómo se escucha decirlo. Como decía J. L .Moreno – creador del Psicodrama – es un como si de la vida misma.
En ese marco cuanto más disociados estén los diversos roles/ aspectos de una persona, el impacto de tomar contacto con ellos será mayor. La confrontación con el vacío y la falta de sentido suele ser muy dolorosa, hasta insoportable e intolerable.
Para finalizar creo que es interesante tener en cuenta que entre los primeros pensadores sobre lo grupal: Kurt Lewin y Jacobo L. Moreno, podemos ubicar una fuerte preocupación por el cambio social. Así es que ambos estaban abocados a la realización de profundos cambios en la sociedad en su conjunto.
Las posibilidades de cambio y transformación que se evidenciaron en las experiencias grupales hicieron crecer las expectativas respecto a estas herramientas tan fructíferas y se reforzó el sueño de los grupalistas para cambiar la sociedad.
Hoy contamos con experiencia como para replantearnos el desafío en tanto lo que es válido en grupos pequeños y medianos no es extrapolable a la sociedad como totalidad.
El compromiso está en la necesidad de nuevas reflexiones y acciones que hagan las  diferenciaciones de niveles pertinentes en los diferentes contextos y dominios.
Exposición del Lic. Guillermo Vilaseca en la Sociedad Argentina de Psicoanálisis acerca de la película La Ola, invitado por el Dr. Bruno Winograd, de la Comisión de Cultura de la SAP a participar del  «La Ola»: «¿Puede repetirse la historia?» El miércoles 25 de Noviembre del 2009 en la Sede de la SAP (Arcos 1521). .

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