¿DIALOGAMOS O MONOLOGAMOS? Una invitación a pensar en el diálogo inter generacional
Por el Dr. Juan Luis Jacubowicz. Abogado, mediador prejudicial y familiar, facilitador de diálogos intergeneracionales
-“No podes seguir sola…
– Estoy bien así, me arreglo. …
– Entendé, ya no te podes arreglar. Necesitas que alguien te acompañe y te ayude.
– La que no me entiende sos vos. Yo necesito muy pocas cosas y no quiero que una extraña me controle .No quiero a nadie en casa.
– No es control, es ayuda!!. Sos egoísta, no te das cuenta que estoy todo el día preocupada por vos; no sé si te pasa algo.
– ¿Egoista yo? si precisamente no quiero ser un problema para vos!
– Es por tú seguridad, ayer te olvidaste la hornalla de la cocina abierta… pudo ser un desastre-“
Esta conversación reproduce una de las escenas frecuentes entre miembros de la familia. La habremos escuchado muchas veces… madres/padres y abuelas/os, tíos y sobrinos… muchas veces hemos sido una de las partes en la misma situación.
Constituyen el inicio de un problema que paulatinamente irá creciendo hasta derivar en situaciones que no se pueden manejar y resultan dolorosas para los involucrados.
¿Cuáles son las causas por las cuáles estas personas se encuentran imposibilitadas de establecer un diálogo generador de soluciones para ambos?
Ambas manifiestan encontrarse motivados por las mejores intenciones para sí y para con el otro, sin embargo… no pueden dejar de retroalimentar el conflicto; vuelven a repetir una y otra vez las mismas actitudes.
Son varias las posibles respuestas que podemos dar frente a la situación descripta. Me referiré a alguna de ellas.
En primer lugar tenemos que tener presente que los miembros de una familia tienen modalidades de dialogar que le son propias y constituyen una verdadera matriz conversacional. Por lo general, la familia trata -infructuosamente – de mantenerla inalterable durante el transcurso del tiempo.
Constituye un código propio que los identifica, les genera pertenencia y que se trasmite a través de las generaciones, tratando de resistir las incorporaciones de nuevos miembros y los cambios de contexto. Esto ocurre en especial en las familias con límites y roles rigidizados: cada uno nace, vive y muere con una función inmodificable.
En aquellas otras cuyos límites son más difusos, permeables y con funciones consensuadas, su matriz dialógica será distinta, cuanto menos empática; lograrán ponerse uno en el lugar del otro, o al menos lo intentarán, para vivir mejor.
Volvamos a detenernos en la conversación inicial de esta nota. Estamos en presencia de una conversación polarizada “no podes / yo puedo”; “necesitas / no necesito”, “ayuda / control”; “inseguridad / seguridad”. A pesar deque cada uno expresa buenas intenciones con relación al otro, no pueden construir un diálogo superador, que incluya lo que a ambos les preocupa o interesa, por la imposibilidad de escucharse.
Precisamente la polarización lleva a bloquear el mensaje de la otra persona.
“Lo mejor para el otro, es que se haga lo que yo quiero”. Esta lógica es impermeable a razones distintas, diferentes u opuestas a la suya.
Si escuchamos atentamente los diálogos como el transcripto, podemos inferir con bastante certeza la matriz propia de estas dos personas: cómo se comunican, cuáles son sus códigos familiares. Esta polarización se debe haber repetido en diálogos anteriores, y seguramente fue resuelta conforme quien detentara la autoridad en cada situación o momento.
Ante el envejecimiento con deterioro de alguna de las capacidades de uno de los miembros de la familia, el reconocimiento de sus nuevas necesidades y los fuertes cambios de contexto, determinan que también entre en crisis la matriz comunicacional. Es decir, nos damos cuenta que la forma de dialogar que veníamos teniendo no da resultados, no funciona, hay que comenzar a hacer cambios…
¿Cómo se pide? ¿Qué se necesita? ¿Quién decide? ¿De qué modo? Son éstos algunos interrogantes que deberán ser abordados por los integrantes de la familia.
Quizás sea oportuno pedir ayuda, orientación para aprender cómo se hace. Es un momento para consultar a un tercero neutral – mediador- que pueda colaborar en reorientar el diálogo y modificar su estructura focalizándola en las necesidades actuales y ayudando a generar opciones que permitan superar las dificultades.
Su intervención ayudará a generar un ambiente o clima en elque las personas que están inmersas en esta situación problemática, se comprendan y se escuchen mutuamente; puedan por ende plantear sus miedos, sus deseos, sus expectativas y necesidades inmediatas.
Este nuevo modo dediálogo tiene por finalidad brindar tranquilidad y contención a los participantes para que juntos y con su ayuda profesional, puedan volver a conversar sin ofenderse y emprender un proceso de colaboración mutua.
El mediador va a intermediar y hará que aparezcan las nuevas cuestiones que han de tener que resolverse pero con una mirada distinta, la que pasará por un prisma que irá separando sus distintos componentes, dándole un tratamiento único y personal.
Nuestra preocupación profesional es brindar las herramientas y colaboración necesarias para que las familias puedan transitar por este camino de diálogo entre las generaciones