El feminismo es cosa de hombres
Se auto-convocan y reúnen para reflexionar sobre su propia masculinidad. Se oponen al modelo del “hombre tradicional” vinculado a la fortaleza y la imposición, y reclaman nuevos roles tanto para ellos como para las mujeres. También denuncian la violencia de género. Son grupos anti-machistas integrados por hombres que sorprenden y hacen oír su inesperada voz –especialmente en Europa- y que en la Argentina ya tienen a sus primeros referentes.
Enrolados bajo el nombre de “feministas” “pro-feministas”, “anti-machistas”, u “hombres por la igualdad”, cada vez más varones cuestionan el modelo de masculinidad tradicional, reniegan de él, y se organizan alrededor de sus convicciones. Entonces convocan a jornadas de reflexión, salen a la calle a pintar graffiti y murales con sus consignas, y se reproducen a través de internet en foros y blogs, siempre con una misma misión (¿imposible?): debatir sobre la masculinidad y sus roles preestablecidos en el trabajo, la pareja, el hogar y con relación a los hijos.
Abogan por una “democratización” de las tareas de la casa a través de acciones efectistas y que llaman la atención, como por ejemplo, mediante concursos de planchado rápido. Y más seriamente, marchan contra la violencia domestica, acompañando a las mujeres que denuncian a sus congéneres victimas de lo que ellos no dudan en llamar “la violencia machista”.
¿Quiénes? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cuántos son? Si bien existieron grupos de estas características en los Estados Unidos en los años ’70, en Europa se expandieron a partir del 2000, en un principio, bajo el ala de agrupaciones feministas de mujeres. Actualmente en España (el país que denuncia públicamente el flagelo de la violencia domestica contra la mujer) existen más de 23 grupos de “hombres feministas” , particularmente alentados por la reciente creación del Ministerio de Igualdad promulgado por el flamante segundo gobierno de José Luis Zapatero. En la Argentina, en cambio, las primeras voces masculinas “anti-machistas” todavía se oyen tímidamente y de la mano de hombres profesionales que sueñan con cafés atiborrados de varones auto-convocados para pensar un nuevo paradigma “anti-sexista” .
El politólogo argentino Daniel Blinder (29, casado desde hace 3 años con una colega) en uno de los que busca generar un espacio político para los varones “pro-igualdad”, similar a los que vienen funcionando en el primer mundo, con grupos de reflexión y la puesta en marcha de consignas políticas que tradicionalmente fueron enarboladas por organizaciones feministas, encabezadas por mujeres, como el derecho a disponer del propio cuerpo. “No estamos planteando: las mujeres a trabajar, y los tipos a planchar, de ninguna manera eso es lo que pedimos –aclara-. Lo que buscamos es que derechos humanos como la libertad y la igualdad sean aplicados a todos los miembros de la sociedad sin distinción de género” , explica Blinder. El se autoproclama feminista, aunque asegura que el concepto no está exento de prejuicios. “Muchas veces discuto con amigos porque hay gente que cree que ser feminista es ser un snob, un amanerado o un dominado. De la misma manera existe el prejuicio de que las feministas son todas divorciadas o lesbianas”, admite Blinder.
Tareas compartidas
En el video clip un grupo de hombres aparecen enfundados en pantalones de color apretados y bailan al compás de una melodía pegadiza. El tema se llama “Ellos también pueden” y se trata de una iniciativa de Puntomatic una marca española de jabón que intenta promover la idea de que los hombres se involucren más en las tareas de la casa. Con humor, el spot publicitario revela su mensaje al final: “La mujer dedica 5 veces más tiempo que el hombre a las tareas domésticas”. Y no es casual que haya sido en la Madre Patria donde más se difundieron los torneos públicos de planchado entre hombres, como un modo de incentivar la incursión masculina en las tareas hogareñas tradicionalmente femeninas.
Desde Florianópolis, Brasil, Danilo de Assis, licenciado en Antropología, y coordinador de Magenta, un colectivo de hombres que se extiende por toda Latinoamérica, se pregunta: “¿por qué recargar a las mujeres con trabajos que todo el mundo debería saber para su propia subsistencia y para vivir mejor, como planchar, cocinar o lavar? Hay que promover un reparto más equitativo en las divisiones de las tareas. Las tareas que normalmente están asociadas a los géneros son convenciones sociales y, por ende, se pueden cambiar” , asegura. Y si bien es cierto que de una generación a otra el estado de las cosas ha cambiado, advierte que no se ha producido aún la gran transformación. Se sigue visualizando en términos de colaboración – apunta Assis – La mujer ayuda al hombre con las finanzas, el hombre ayuda a la mujer con las tareas de la casa”.
Por su partes desde su sitio varones.com.ar, Guillermo Vilaseca (57 años, 27 de convivencia y dos hijas, de 20 y 12 años), psicólogo argentino, especialista en estudios sobre la masculinidad, organiza actividades y talleres para hombres y promueve un espacio de expresión masculino. Su página recibe diariamente unas cincuenta visitas. “Los hombres estamos tratando de romper esa especie de corset emocional que nos ubica como seres proveedores en el hogar, que jamás lloramos y estamos siempre listos para el sexo” , explica Vilaseca. Y Blinder agrega “se trata de ir contra los estereotipos, ese conjunto de valores que se le atribuyen no solo al varón, sino también a la mujer. Así como el hombre tiene que ser macho, traer la plata a casa, ser dominante e inteligente, se supone que la mujer es más caprichosa, dulce, aniñada y emocional. Esos lugares comunes terminan generando expectativas que definen incluso la seducción: eso es lo que la mujer espera del hombre, y viceversa”.
En la puerta de acceso al sitio web de Prometeo, un grupo de hombres “pro-igualdad” con residencia en León, España, se puede ver a un chico con un muñeco de goma en la mano, y con la otra escribe “ mi papá me mima» . Está claro detrás de la lucha para que no haya reparto de habilidades y debilidades con condicionamientos de género, existe también el reclamo, en este caso, de un mayor protagonismo con relación a la paternidad. “En el modelo de hombre tradicional, el ser padre está asociado con aquella figura que exclusivamente imparte autoridad, y en esa búsqueda muchas veces el varón se pierde del placer de disfrutar de otras cosas –explica Vilaseca- De la misma manera, al hombre de hoy le preocupa poder mantener relaciones de amistad con otros hombres que no estén basadas en la competencia. A algunos varones les cuesta abrirse emocionalmente ante sus amigos por miedo a quedar expuestos y ser burlados.
Relaciones incomodas
Que hoy casi nadie se anime a pronunciarse como “machista” aunque lo sea – directa o indirectamente -, no significa que sea necesario proclamarse “anti-machista” . Sin embargo, eso es lo que está sucediendo, y es unánime cuando se trata de sumarse en campañas contra la “violencia machista”. “Luchar por la igualdad de género y por la no-violencia de género no es una cuestión solo de las mujeres, los hombres tenemos que implicarnos”, sostiene Enrique Gutiérrez, doctor en Ciencias de la Educación e integrante de Prometeo . En la misma sintonía, un comunicado de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), con sede en Málaga, España, se refiere explícitamente a la responsabilidad masculina en estas problemáticas. “Los agresores en general son hombres que no son capaces de llevar a cabo relaciones basadas en el respeto mutuo. Hacemos aquí una petición a todos los hombres: no mires para otro lado, no sigas tolerando en tu entorno ninguna situación de violencia sexismo o discriminación hacia las mujeres”. Pero si la preocupación de los hombres es –obviamente- bien recibida por las agrupaciones feministas a cargo de mujeres, cuando se trata de reflexionar sobre los cambios de roles más arriba mencionados surge una cierta reticencia, cuando no desconfianza. Así lo explico Olga Ballarini, profesora de filosofía e integrante del Comité de América Latina y el Caribe de Defensa de los Derechos de la Mujer (ENCLAVE), quien plantea la necesidad de trabajar en conjunto entre varones y mujeres si se quieren cambiar efectivamente los mandatos y la distribución de roles. “Nos toca vivir una transición en los cambios de roles, pero no tenemos claro hacia dónde vamos. Sabemos que a las mujeres feministas nos tachan de anti-hombres, cuando en realidad el planteo es anti-macho. Muchísimas madres y docentes que educan a hombres tienen muy internalizado el rol tradicional; a muchas mujeres les da vergüenza que su marido se planche las camisas”, concluye Ballarini, quien termina convocando a las mujeres a tomar también las riendas de este nuevo “anti-machismo”
Publicado en la revista «Para tí» 86 Aniversario el 16 de MAyo de 2008
Texto Mara Derni – Fotos Gastón Renis