El hombre curado definitivamente del síntoma de ser humano
Susan Jacoby, una de las mentes filosóficas más brillantes de los Estados Unidos, ha escrito un libro contundente y extraordinariamente documentado sobre el delirio de la eterna juventud: Never say die (Nunca digas morir). Aceptar que la inteligencia y sus invenciones jamás ganarán la batalla al amo supremo, la muerte, es la auténtica afirmación de lo que significa ser humano, escribe en su libro. Y el insuperable Philip Roth añade: Susan Jacoby, enemiga jurada de la irracionalidad en todas sus formas, tiene muy malas noticias: todos vamos a morir, pero primero nos haremos viejos. No más viejos, sino realmente viejos. Ella agujerea la promesa de que llegaremos a curar el envejecimiento. Las buenas noticias son que si logramos despertar de nuestros delirios, conseguiremos envejecer con dignidad.
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Examinar el cuerpo, palparlo con las propias manos, sigue siendo un ritual necesario. Preservar su inmenso valor simbólico ha demostrado que lo simbólico tiene su eficacia, tanto como la información que puede brindar la tecnología, pero que no bastan para sostener una praxis médica en la que no solo es el organismo lo que está en juego, sino el sujeto, es decir, la relación de un ser que habla con un cuerpo al que no solo lo atormentan los virus y las anomalías genéticas, sino también el inconsciente.
He descubierto que los pacientes de casi todas las culturas tienen grandes expectativas en el ritual de la exploración cuando son vistos por un médico […] Los rituales suponen franquear un umbral, y eso es decisivo para cimentar la relación médico-paciente, un modo de decir Estaré junto a usted a lo largo de esta enfermedad. En la duras y en las maduras. Es decisivo que los médicos no olviden jamás la importancia de este ritual”.