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X Congreso Iberoamericano de Psicodrama Chile 2015

libro en chileComo les conté en otro post, estarè participando del X Congreso Iberoamericano de Psicodrama en Chile. Está confirmado que la actividad será el 1 de mayo a las 15 HS . 
Junto con las Lic. Eva Chaska Uchitel Tesch – Brasil y  Alma Wilheleme – México ¬estaremos coordinando el taller Por qué los hombres no entendemos a las mujeres». Les dejo el resumen de la actividad a continuación:

Modalidad de trabajo: Taller de Psicodrama (duración 2 horas)
Área de trabajo: Área I. Promoción de Salud Mental
Objetivo del Trabajo: Sensibilizar  aspectos de la problemática de género centrados en la psicología del varón y sus vínculos desde la perspectiva del psicodrama.
Fundamentación teórica de la actividad:
Aceptar las diferencias que nos instituyen a cada uno como un sujeto único e irrepetible partiendo  de “la crítica de la vida cotidiana” permite replantear, desde el pensar/sentir/actuar, los roles heredados del modelo patriarcal que anclan en las conservas culturales que se alojan en clichés que abundan los decires cotidianos.
Acceder a “ponernos en el lugar del otro”, aproxima al entendimiento que abre al vínculo dialógico de enriquecimiento mutuo, crecimiento, expansión de capacidades co-creativas e improvisación en el marco de la espontaneidad.
Descripción de la Actividad:
Partimos de disparadores a cargo del autor y los colaboradores que apuntan a aspectos de la  problemática a abordar y que ofician de  desencadenantes del debate como forma de abordar la temática.
Después de cada intervención solicitaremos que anoten una frase o una palabra que les haya resultado relevante o los haya  “tocado”.
En una segunda etapa armamos subgrupos heterogéneos donde cada participante se presenta y comparte sus anotaciones para luego elaborar alguna idea de conjunto.
Los sub grupos generan una producción dramática a partir del debate de las ideas compartidas.
Se muestran/comparten a manera de improvisación  las producciones elaboradas y cerramos en un espacio de compartir para que todos puedan expresar “de que se dieron cuenta a través del trabajo conjunto” con una palabra o  frase breve.
Cerraremos hilvanando los ejes de las producciones del conjunto.
Fundamentación:
Considerando que solo en la medida que accedemos a “ponernos en el lugar del otro”, como nos decía J.L. Moreno (entonces te miraré con tus ojos y tú me mirarás con los míos),  podemos aproximarnos al entendimiento y la comprensión que nos abren al dominio de un vínculo dialógico de enriquecimiento mutuo, crecimiento, expansión de nuestras capacidades co-creativas de improvisación en el marco de la espontaneidad; el eje del trabajo está centrado en aceptar las especificidades de la condición masculina y femenina en nuestro tiempo, así como las diferencias intragénero que nos instituyen a cada uno como un sujeto único e irrepetible en pos de articular un vínculo dialéctico aceptando la tensión que genera en la actualidad protagonizar la metamorfosis del modelo patriarcal.
Para ello vamos a partir de una mirada desde la “crítica de la vida cotidiana”, como diría Enrique Pichon Riviere, que nos permita replantear desde el pensar/sentir/actuar  los roles heredados del modelo patriarcal partiendo de las conservas culturales( clichés) que se alojan en frases típicas como: “Los hombres no lloran ni  hablan, Ellos son discapacitados emocionales mientras Ellas están dominadas por las hormonas, El sentido de la vida de ellos está en el trabajo y ser proveedores así como ellas solo se realizan siendo madres y encargándose del cuidado de los hijos, La pareja está regida por la ley de la media medalla y es para toda la vida”
Abrir las puertas de entrada a la comprensión del ser varón y ser mujer contemporáneo es la clave para encontrar las maneras propias, de cada uno, de vincularse en la pareja.
En particular vamos  a sostener un sesgo poco explorado en los últimos tiempos, pretendemos entrar en los misterios del alma masculina, bucear por zonas poco frecuentadas de su espíritu así como desentrañar articulaciones en sus vínculos.
Como dijimos, para abordar  estos misterios necesitamos cuestionarnos: ni somos la mitad que le falta a la mujer, no llegamos a este mundo solo para ser proveedores, no somos mudos, ni discapacitados emocionales, somos diferentes entre nosotros, también somos distintos de las mujeres pero como ellas estamos sujetos al misterio de la vida. Los ciclos vitales nos sorprenden, conmueven, alegran, aterran, estremecen y nos llenan de felicidad.
Evocando historias de vida, reales y de películas sazonadas con humor, poesía y breves reflexiones en un lenguaje llano y accesible partiremos de poner las cartas sobre la mesa para que cada uno desde su implicación perciba su posición actual y el abanico de posibilidades que tiene a disposición.
Pretendemos percibir como  la historia que cuento sobre mí mismo y mis vínculos, abre muchas veces posibilidades que están al alcance de la mano aunque no las vemos y habilita caminos  que nos acercan a la felicidad y la plenitud en la vida que devendrá armonía en nuestro contexto familiar.
Estos climas en las redes familiares son los que posibilitan el despliegue de las potencialidades de las nuevas generaciones en un clima inclusivo donde las tendencia constructivas triunfen ante las destructivas y la única violencia que exista esté al servicio de la vida.
Como decíamos con la Lic. Ana Maria Rothman en el final de nuestro trabajo “Una clínica grupal psicodramática templada en tiempos de crisis” primer artículo publicado en español en la Revista de la IAGP: “Desde nuestra posición ética, renegamos de cierta violencia: la que encara los conflictos evitando su problematización e imponiendo verdades sometedoras.
Adherimos, en cambio, a la violencia amorosa del partero; a la que acompaña el proceso del nacimiento; a la violencia que implica la frustración pulsional y permite el surgimiento de las producciones del inconsciente, promoviendo la creatividad.
Pero si esto que acabamos de decir resume la ética implícita en la teoría de la técnica, la reflexión de Arnold van Gennep  que transcribimos a continuación sintetiza el espíritu de nuestro trabajo: «(…) Para los grupos, como para los individuos, vivir es un incesante disgregarse y reconstituírse, cambiar de estado y de forma, morir y renacer. Es actuar y luego detenerse, esperar y descansar para más tarde empezar de nuevo a actuar pero de otro modo.
Y siempre hay nuevos umbrales que franquear, umbrales del verano o del invierno, de la estación o del año, del mes o de la noche; umbral del nacimiento, de la adolescencia o de la madurez; umbral de la vejez; umbral de la muerte y umbral de la otra vida ¬para quienes creen en ella- (…)
A cerca del texto:
El libro «Por qué los hombres no entendemos a las mujeres» es un abordaje  psicodramático de la cuestión de género tanto en los grupos, las parejas y las familias.
A lo largo de sus capítulos se pone el acento  en la concepción del sujeto como conjunto de roles posibles.
Con ejemplos de intervenciones en la clínica individual, grupal y vincular, así como el análisis de obras teatrales y cinematográficas, se pone en evidencia como al  incrementar la flexibilidad  y considerar las alternativas, se contribuye a una adaptación activa a las circunstancias cambiantes de la vida en sus continuos ciclos, desde el nacimiento hasta la muerte.
Es así que se pone de manifiesto cómo la improvisación, en tanto entrenamiento cotidiano, facilita la consolidación de la espontaneidad y la creatividad aportando a la construcción de un modelo dialógico fecundo en las relaciones entre varones y mujeres.
Hoy los varones ya no fumamos habanos en la sala de espera, acompañamos a nuestras compañeras en la sala de parto y recibimos juntos al bebé. De todos modos seguimos siendo nosotros los que observamos asombrados este proceso maravilloso de la gestación que ellas experimentan y protagonizan. A pesar de la diferencia el proceso no tiene menos significados en nuestra subjetividad. Estamos involucrados en esta instancia de trascendencia que de una u otra manera es tener un hijo y que nos hace acceder a la paternidad y a ellas a la maternidad.
Hoy las mujeres pueblan las universidades como todos los espacios de formación profesional a la par de los varones. Tanto ellas como nosotros protagonizamos estos cambios de roles que ponen en evidencia que el modelo patriarcal es cosa del pasado aunque las dificultades que experimentamos al sostener cotidianamente esta metamorfosis pone en evidencia que los viejos modelos no han perdido su existencia y los nuevos no han terminado de consolidarse. Es en la vida cotidiana de cada uno de nosotros, en las parejas tanto como en las familias donde afloran día a día estas contradicciones En el camino de consolidar la creación de un mundo mejor, con relaciones igualitarias e inclusivas nos encontramos con el dolor que produce cambiar lo que está grabado a fuego en nuestro interior casi sin habernos dado cuenta como lo incorporamos desde nuestra infancia. También aflora el profundo placer de  habilitar para nosotros y nuestros vínculos significativos posibilidades que eran imposibles de concebir para nuestros abuelos.
Está tensión cotidiana propia del proceso de cambio tanto deviene en situaciones maravillosas y enternecedoras como cuando un varón puede asumir cualquier tarea en la crianza de un hijo así como cuando tantas mujer dirigen  los destinos de naciones.
Es urgente reconocer que también nos encontramos con el incremento de los niveles de violencia en el marco de las parejas que devienen en situaciones gravísimas tanto para unas como para otros.
Por ello  creo hoy  prioritario el conocimiento de uno mismo, el aprendizaje del diálogo y la negociación.
En un mundo  igualitario todos tenemos opiniones respecto como solucionar cada situación de la vida diaria y sólo si vemos en el diálogo la oportunidad de encontrar respuestas mejores a la mía o la tuya y confiamos en el valor superador de las ideas que podemos gestar entre ambos abandonaremos el espíritu de dominación en pos del criterio de construcción colectiva. Ni mi idea ni la tuya predomina sino que la mía y la tuya se fecundan mutuamente, somos un equipo y llegamos a crear juntos ideas nuevas, mejores y comunes, que nos empoderan a ambos y que dignifiquen los aportes de cada uno en una práctica democrática cotidiana permanente.
Este es el desafío para ir construyendo un mundo mejor desde las pequeñas cosas de todos los días en los vínculos. La forma de ir resolviendo los conflictos, problemas o desafíos a los que nos enfrenta la vida es lo que nos hará mejores personas, mejores ciudadanos, mejores padres, madres, hijos, hijas, a todos y cada uno.
Escribir este libro: “Por qué los hombres no entendemos a las mujeres” fue un reto, un desafío que si bien estaba dentro de los proyectos potenciales que cada uno de nosotros acariciamos tiernamente, no terminaba de transformarse en acto.
La propuesta concreta de Silvia Itkin, en representación de Ediciones B, fue que tomara todos los artículos, charlas y conferencias  publicados en la web www.varones.com.ar y los transformara en un texto accesible para todos  y que así trascendiera el  ámbito de los profesionales de la salud. Esto me volvió a colocar en el camino que siempre intenté transitar desde mis experiencias como maestro en el diálogo con los padres, con la gente de los barrios, en las comunidades donde tuve oportunidad de insertarme.
Desde esta perspectiva este es un libro que intenta acompañar a construir la propia manera de ser, aquella que dialogue con lo de cada uno y al mismo tiempo permita encontrar las formas de estar en la vida que lo habitan potencialmente y que todavía no han florecido.
«La Felicidad está dentro de uno y no al lado de alguien»
Los  hombres  no  entendemos  a  las  mujeres  porque  somos discapacitados  emocionales  que  interactuamos  con  seres  de  una exquisita sensibilidad, la cual  frecuentemente desborda al ritmo de sus hormonas. En  estas  oportunidades  sus  lágrimas  nos  asustan  y  sus  gritos  nos aterran dejándonos en la impotencia que tanto puede devenir en parálisis como en impulsividad.
Tanto  el  quedarnos  mudos  como  el  reaccionar  violentamente  son conductas  reactivas  que  no  contribuyen  para  nada  a  que  nuestra compañera  se  sienta  contenida,  escuchada  ni  tenida  en  cuenta.  Así  el hada  se  transforma  en  bruja  y  todo  evoluciona  hacia  una  hecatombe nuclear.
Estas vivencias presentes en la vida cotidiana, con los matices que hacen a las peculiaridades de cada uno de nosotros,  afloran tanto en las novelas, en el cine, en los chistes como en las historias que una y otra vez me cuentan en el consultorio. De una u otra manera  ponen de manifiesto creencias que nos habitan  y  nos  determinan.  El  relato  de  situaciones  transitadas  con  parejas, familias,  grupos  de  varones  o  quienes  consultan  individualmente  hace evidente cómo estas particulares formas en que cada uno se posiciona en la vida nos puede condenar a un nivel de  sufrimiento que muchas veces culmina en  la  victimización.  Por  ese  camino  de  aceptación  pasiva  de  dichos mandatos, tanto unas como otros, estamos condenados a una amputación de aspectos que hacen a nuestra potencia en aras de  convalidar el mito de “la media naranja” o “la media medalla”. En el desarrollo del libro:» Por qué los hombres no entendemos a las mujeres» replanteo estos mandatos que afloran como clichés en la vida cotidiana.
La propuesta es recuperar el protagonismo pleno de cada uno en la vida sin necesidad  de  tener  que  sacrificar  aspectos  propios  para  ajustarse  a parámetros  culturales  de  épocas  donde  imperaba  el  modelo  patriarcal. Este condenaba  a  varones  y  mujeres  a  una  relación  de  sometimiento  mutuo, inadmisible  en  la  actualidad  donde  la  igualdad  de  oportunidades,  la  idea  de pareja y la aceptación de la diversidad habilita, en occidente, el despliegue de una creatividad plena en lo que se refiere a la construcción de vínculos entre varones y mujeres.
Lic. Guillermo Augusto Vilaseca

 

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