Ser felices a pesar de un recuerdo cruel
Muchas películas hemos visto cuyo protagonista estuvo expuesto a una situación sumamente cruel en el pasado que lo perturba en el presente. También seguramente conocemos esto por amigos, familiares o por nosotros mismos.
Luego de vivir un acontecimiento traumático, en el cual la vida de una persona o un ser querido peligraron, puede desencadenarse un trastorno en la conducta llamado justamente “estrés postraumático” (TEPT).
En éste el suceso traumático se reexperimenta con recuerdos repetitivos, pesadillas, sensación de que el evento está ocurriendo, malestar intenso al enfrentarse a cosas que lo recuerden. En ocasiones, por el contrario, no puede recordarse parte de lo sucedido. Las personas que padecen este trastorno pueden presentar problemas de sueño, irritabilidad, dificultades para concentrarse, alerta constante, sobresalto.
Estos síntomas suelen provocar un marcado malestar que afecta todas las áreas de la vida.
En nuestro cerebro existen estructuras específicas como la amígdala que se activan cuando estamos percibiendo el peligro. También hay áreas en el cerebro que inhiben la ansiedad (técnicamente se llama así a un estado emocional negativo en el que la amenaza no está presente, pero es anticipada). No se sabe exactamente qué es lo que sucede en el cerebro cuando alguien tiene TEPT, aunque sí que la amígdala se activa muy fácilmente. Por lo tanto, aun los eventos que no son peligrosos encienden erróneamente la alarma. Esta disfunción se encuentra en las áreas del cerebro que, según se supone, deben inhibir la amígdala y que no se hallan lo suficientemente activas.
Una parte importante de la población está expuesta a un trauma a lo largo de la vida. Sin embargo, no todos desarrollan estrés postraumático. ¿Por qué?
Una de las razones principales tiene que ver con que algunas personas están dispuestas a enfrentar su sufrimiento con el objetivo de poder superarlo y seguir viviendo su vida sin cambios de hábitos. Otros, por el contrario, manejan su miedo o ansiedad por medio de la evasión.
Por lo tanto, cuando están temerosos, deciden que no concurrirán a los lugares que los aterran. Un ejemplo de estos dos modos de procedimiento: frente a un accidente de tránsito que protagoniza un conductor, hay algunos que se subirán al automóvil y saldrán a manejar a pesar de tener un temor profundo (estarán, de esta manera, haciendo terapia de exposición por sí solas); y otros reaccionarán de manera contraria y asumirán que es muy peligroso conducir un auto nuevamente.
En casos más extremos, estos últimos perciben de tal manera el peligro que terminan pensando que no es bueno siquiera salir fuera de la casa para caminar.
Empiezan a quedarse en su casa sin tener la oportunidad de saber que la probabilidad de que vayan a tener otro accidente en los próximos cinco años es bastante baja. La “evitación” mantiene los síntomas del trastorno de estrés postraumático.
La evolución del trastorno por estrés postraumático puede ser crónica, su tratamiento es muchas veces complejo y debe ser realizado por especialistas.
Intentar dejar atrás el pasado cuando éste perturba es una decisión que depende de la persona que sufre y ese paso es el más difícil de dar. Las películas pueden tener un flashback cruel que justifica un triste final y cosechar aplausos y premios. Pero, la vida, a pesar de los pesares, se empeña en la felicidad.
Escrito por Facundo Manes – Presidente Fundación Ineco Para La Investigación En Neurociencias Y Rector De La Universidad Favaloro
Publicado en Tribuna