Las profesiones son aptas para todo género
Como una profecía autocumplida, cuando se registró sistemáticamente el peso del cerebro humano se comprobó que el femenino pesaba unos 100 gramos menos que el masculino: prueba irrefutable de la superior inteligencia del hombre. Hasta que a alguien se le ocurrió preguntarse «¿pero, cuánto pesa una mujer?» y descubrió que el peso del cerebro en relación con el cuerpo es igual en ambos sexos (incluso algo superior en ellas)… Y no se habló más del tema.
¿Qué hay de cierto entonces en las famosas diferencias de género en el cerebro y, sobre todo, en sus funciones? Al menos cabe recordar que la discusión le costó el puesto a un presidente de Harvard…
Comencemos por lo obvio: más allá de la neurogénesis en ciertas áreas cerebrales, todo el tejido nervioso cambia permanentemente en la llamada neuroplasticidad, esculpido por la experiencia, las memorias, las hormonas -todos factores que varían de persona a persona y, también, de sexo a sexo-.
En este último caso, si bien existen claras diferencias en ciertos cableados y la respuesta a estímulos -particularmente en el comportamiento sexual-, lo fascinante es que estas diferencias vuelven a ambos cerebros (y a sus portadores) complementarios. Así, el cerebro femenino se inclina naturalmente hacia la empatía, mientras que el masculino es un cerebro constructor.
Los mitos son sólo eso, mitos: por ejemplo, no hay evidencias de que las mujeres no rindan bien en ciencias o matemáticas. Sin embargo, parece que sí hay una tendencia aparentemente innata a que los niños y niñas tiendan a disfrutar juguetes y juegos diferentes (aunque, por supuesto, el ambiente pesa mucho en estas elecciones).
También hay ciertas diferencias en cuanto a cómo los cerebros de uno u otro bando -perdón, sexo- se orientan en el espacio, leen mapas o describen un ambiente determinado. Podemos pedirles ayuda a ellos o a ellas y llegaremos a destino, aunque usando pistas diferentes. Y es más: seguramente usarán el mismo número de palabras. No es cierto que las mujeres necesariamente hablen más que los hombres (ambos andan por entre 15.000 y 20.000 palabras por día). Otra diferencia apreciable es en el manejo del dolor físico, que aparentemente les pega más duro a ellas.
Pero nada de esto se refiere a capacidades cognitivas innatas o a la posibilidad de ejercer ciertas profesiones que, por suerte, son aptas para todo género..
Por Diego Golombek – Publicado en L A N A C I O N