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¿Quién coordina grupos , cómo y para qué? Artículo completo publicado en Campo Grupal

gruposvioSABADO 17/05 CHARLA INTERACTIVA ¿CÓMO COORDINAR GRUPOS?
 
Entre las metáforas y la incertidumbre

¿Quién coordina, cómo y para qué?

Toda persona que trabaje con un grupo es de una u otra manera un coordinador de grupo o como también se suele decir un facilitador de un equipo.
Así es que podemos considerar que un maestro, un profesor, un capacitador, un jefe de sección, un gerente, un director técnico, todo aquel que tenga a cargo un grupo abocado a una tarea es de una u otra manera un coordinador/facilitador.
Alguien que tendrá que tener en cuenta que el todo es más que la suma de las partes. Que en el grupo, el conjunto de las personas participantes están entramadas en la red de vínculos que se generan entre ellos y la resultante es muchísimo más que la suma de individualidades.
Ahora bien, en el marco de los vínculos los humanos podemos producir tanto acontecimientos maravillosos como también eventos siniestros.
En este sentido fue revelador para mí escuchar en el Primer Congreso Internacional de Psicotraumatología, allá por el 2001, los estudios acerca del trauma del Dr. Bessell Van de Kolk, así como de los dispositivos para abordar terapéuticamente estos niveles de trauma logrando la desensibilización y el reprocesamiento desde una perspectiva holística integrando simultáneamente todas las áreas de la conducta de manera que no se instale la disociación.
En su exposición hubo un concepto, que si bien conocía, quedó enfatizado y resonando dentro mío. Es el hecho de que los traumas más difíciles de elaborar surgen de la vivencia de que el daño viene de parte de un semejante y en particular de alguien próximo, muchas veces alguien a quien por su lugar le correspondería cuidarnos.
A partir de ese hecho no sólo se padece el dolor específico sino que además queda lacerada la posibilidad de confiar.
En épocas como la actual -donde el maltrato en el ámbito escolar ha cobrado suficiente despliegue como para que tenga nombre específico: “bullying” así como en el ámbito laboral se habla de “mobbing” y en la vida cotidiana padecemos la inseguridad- cobra relevancia observar las cosas horribles que los humanos podemos hacer con nuestros congéneres y por ende el incremento de la desconfianza y las tendencias al aislamiento.
Entrar en contacto con otros desconocidos aparece como peligroso, entonces como hacemos para agruparnos.
Esto determina que en las propuestas de trabajo grupal que sostengamos es fundamental recuperar la condición del otro como semejante con quien construir un vínculo de confianza mutua, respeto, encuentro y trabajo en equipo, pero teniendo en cuenta que vamos en una dirección contra la cultura del “sálvese quien pueda” bastante extendida en nuestro presente. Así es que estamos sosteniendo el mayor acto de micro política revolucionaria que es cultivar la amistad de manera que la cooperación devenga en solidaridad.
Se trata de vivenciar y re construir el criterio del “todos para uno y uno para todos”.
Poner el acento en que en un grupo puede aflorar la construcción, la posibilidad de generar vida y su celebración así como también puede aparecer la destrucción, el horror y el daño a los otros.
Reconocer la tensión permanente entre lo destructivo y lo constructivo, entre los recursos y las amenazas, que deviene en sensación de vulnerabilidad o fortaleza, es el eje desde el cual definir el diseño de un dispositivo grupal. Desde este punto de vista asumirse como coordinador implica una definición en este sentido. Contribuir a mostrar la posibilidad de habilitar un clima de seguridad y confianza construido por todos -al que hay que cuidar cotidianamente- para que prevalezca lo constructivo y donde lo destructivo pueda ponerse al servicio de lo constructivo. Por eso elijo la metáfora de “grupos de reciclado”.
En el reciclado partimos de lo que tenemos, lo aceptamos y vemos como lo podemos transformar, metamorfosear, poniendo el acento en desarticular los circuitos mortíferos de manera que Eros predomine sobre Tánatos. Dos caras de una misma moneda: la vida. Una no puede existir sin la otra -como todos los personajes contradictorios que nos habitan- pero el tema es justamente como los articulamos desde la aceptación para que predomine lo constructivo.
Podemos subrayar entonces que cultivar los vínculos es un acto micro político de afrontamiento de uno de los factores que determinan y empobrecen las relaciones en la contemporaneidad.
Así, salir del clima paranoico y entrar en un clima que permita procesar éxitos y fracasos propios de la vida dándose el tiempo para experimentar tanto la satisfacción como el dolor sin quedar capturado en el circuito manía depresión. Reír y llorar como formas propias y legítimas de transcurrir por las circunstancias de la vida sin avergonzarse de las propias sensaciones ni horrorizarse por las de los otros.
Ni quedar capturados en que “Los hombres no lloran” y solo deben mostrar su lado exitoso ni que las mujeres son superlativamente sensibles por temas hormonales y pueden aceptar la frustración ya que están condenadas a la relegación.
Tanto unos como otras necesitamos aprender a conocer y atravesar por nuestras emociones reconociéndolas, modelándolas y contando con ellas como motor de las acciones que elijamos en el camino de nuestras vidas.
El coordinador que esté atento al devenir emocional de todos ycada uno de los miembros del grupo contribuyendo a reconocer las sensaciones desde la auto percepción así como de la percepción del clima grupal, que asuma la existencia de las relaciones de poder y garantice desde el dispositivo la redistribución permanente del mismo contribuyendo al empoderamiento de todos sus miembros, garantiza la consolidación de la autoestima de cada uno desde una posición de descentramiento que lo preserva de concentrar el poder en su rol.
La idea es que cada integrante se encuentre con la dirección y el sentido de su deseo aceptando sus posibilidades y limitaciones que lo articulan con las posibilidades y limitaciones de los otros.
Juntos construirán, en la articulación de roles complementarios, un accionar creativo. Entramado con los otros con quienes construya confianza accederá a la comunión en la espontaneidad del acto creador.
De aquí la particular importancia que le damos a la improvisación en el marco de la generación de escenas -que en muchos casos se gestan a partir de personajes interesantes para cada uno que logran develarse en contextos metafóricos que favorecen el darse cuenta en la acción experimental misma.
En el momento del compartir posterior a la acción tenemos la posibilidad de apropiarnos de esa novedad que se gestó en la acción psicodramática.
Pero esta es una tarea que requiere, como dije, un contexto de “seguridad psicológica” dado que en épocas como la actual, el individualismo se ha incrementado superlativamente. Es complejo reunirse, y hacerlo puede generar una circunstancia donde todos se sientan amenazados y no se hagan visibles la interdependencia ni la solidaridad. Veo imprescindible prestarle particular atención a la definición del dispositivo que contribuya a garantizar las condiciones para la construcción y el sostenimiento de vínculos de confianza.
En la vida cotidiana contemporánea la paranoia se ha transformado en un rasgo adaptativo, las posibilidades de agruparse son vividas como riesgosas y amenazantes. Dejamos de percibir que la soledad nos sume en la mayor de las vulnerabilidades al no permitir desplegar nuestro ser en el marco de la red vincular de necesidades mutuas que nos empodera y contribuye a la consolidación de la autoestima vital.
El desafío es generar nuevas condiciones – dispositivos – desde los cuales hacer viables los grupos y desde allí consolidar tanto la posibilidad de las producciones colectivas como el reconocimiento de la mismidad de cada uno en el marco de la red de vínculos interdependientes que estructura nuestro ser en el mundo.
Partiendo del reconocimiento del terreno y el clima particular de cada contexto grupal apuntar a la creación situacional de estrategias que contribuyan a la instalación de una vincularidad creadora.
Salir de la cadencia abrumadora de las protestas que ubican las responsabilidades de nuestro destino en los otros dejándonos en el lugar de víctimas pasivas y acceder a un clima de empoderamiento donde la propuesta y el proyecto hagan vibrar el germen vital y constructivo que habita en cada uno.
La propuesta es habilitar un espacio/tiempo donde reconocer las situaciones conflictivas de la vida cotidiana de cada uno, y poder abordarlas con otros, de forma tal que a través de un trabajo lúdico y creativo podamos lograr que esto que aparecía como un obstáculo comience a ser aprovechado para trabajar con otros produciendo un aprendizaje que nos permita salir de la experiencia nutridos y con nuevas herramientas para el desempeño.
Pienso la importancia de lo lúdico y el humor retomando conceptos de Winicott que nos mostraba como los chicos que no juegan al no tener oportunidad de elaborar y procesar las experiencias de su vida, enfermaban.
Algo parecido sucede con nosotros -los adultos- cuando nos aislamos y perdemos la oportunidad de jugar.
Asumir que el otro es un semejante aunque diferente y que en esa diferencia me aporta la posibilidad de interrogarme sobre mí es la fuente de enriquecimiento y fortalecimiento personal, generadora de múltiples aprendizajes que incrementan mi bagaje de recursos, y por ende de mis herramientas, disminuyendo el nivel de mi vulnerabilidad. Eso sí, cuestionar mis certezas es una tarea sin duda incómoda y generadora de incertidumbre.
En el espejo de los otros encuentro las facetas amadas y rechazadas de mí mismo. En la aceptación de todos estos personajes que me habitan y pueden aflorar con mayor o menor predominancia según las circunstancias es que me apropio de toda la riqueza de mi existencia. El desafío es no quedar encandilado pavoneándome de ciertas cualidades ni escondiendo otras, sino asumir la necesidad de coordinar este grupo interno de aspectos o personajes que dan cuenta de mis posibilidades y limitaciones, de lo mejor y lo peor de mí mismo.
Así, cuanto más conozco el interjuego entre mis propios personajes, más fácil me va a resultar ponerme en el lugar del otro, percibir a los otros en su complejidad y desde allí poder comprender sus contradicciones existenciales.
Los climas grupales son justamente el resultado de sintonizar en una misma clave como en un coro o una orquesta donde la cuestión es darse cuenta que todos afinan sus instrumentos para coordinar con los otros.
El director de orquesta no toca ningún instrumento, se ocupa de facilitar la coordinación en cierta clave.
El coordinador de grupo necesita ser sensible a la clave de comedia, tragedia, solidaridad, cooperación, competencia, rivalidad, maltrato, etc. para poder proponer el juego adecuado que facilite salirse de los estereotipos que implican la repetición que impide que aflore la creatividad así como la novedad.
Suele decirse que penas compartidas se debilitan, lo cual suele ser cierto si se las procesa adecuadamente. De lo contrario podemos encontrarnos con un clima de lamento que instituya un trauma vicariante donde predomine la retraumatización con incremento de los niveles de estrés, entendido como una percepción de los recursos por debajo de las demandas de los problemas a abordar.
Todos reconocemos la existencia de encuentros que potencian en contraste con otros que paralizan. Posiciones en la cancha que habilitan jugadas y otras que traban.
También se dice que las alegrías compartidas se potencian pero deberíamos hacer la salvedad de qué hacemos con la envidia y la rivalidad. Cómo soportamos el clima de grandes diferencias sociales en el que habitamos. Cómo diferenciamos la ostentación exhibicionista del compartir.
En este camino el coordinador necesita soportar la incertidumbre y entrenarse en el uso de metáforas que habiliten la comprensión de todos, cada uno en el nivel de sus posibilidades en cada instancia.
Quiero cerrar con un fragmento de uno de los libros de Italo Calvino: “Las ciudades invisibles “El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo.
La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué en medio del infierno, no es infierno y hacerlo que dure y darle espacio”.
Elijo las palabras de un poeta para profundizar en algunos aspectos que me parecen esenciales a la hora de implementar dispositivos.
Considero que las metáforas tienen una especial potencia en tanto conjugan diferentes dimensiones tanto la emocional y la racional así como también nos abren a la multiplicidad de los sentidos posibles desde una perspectiva inclusiva.

¡Próximo sábado 17/05 14.00 Nueva Actividad!

Acompañamiento, supervisión y asesoramiento en el diseño de dispositivos a partir de casos concretos.

El Sábado 17 de Mayo a las 14.00 hs., estaré brindando una charla interactiva dirigida a toda persona que esté o quiera estar a cargo de un grupo.
Se requiere inscripción previa al 4804 5811 o  vilaseca@retina.ar
Los encuentros pueden realizarse de manera presencial y también por Skype
 
¿Querés conocer más acerca de esta actividad?
En la vida cotidiana contemporánea donde la paranoia se ha transformado en un rasgo adaptativo, las posibilidades de agruparse son vividas como riesgosas y amenazantes. Dejamos de percibir que la soledad nos sume en la mayor de las vulnerabilidades al no permitirnos desplegar nuestro ser en el marco de la red vincular de necesidades mutuas que nos empodera y contribuye a la consolidación de una autoestima vital.
El desafío es generar nuevas condiciones – dispositivos – desde los cuales hacer viables los grupos y desde allí consolidar tanto la posibilidad de las producciones colectivas como el reconocimiento de la mismidad de cada una en el marco de la red de vínculos interdependientes que estructuran nuestro ser en el mundo.
La propuesta es formativa, investigativa , de auto conocimiento en el vínculo con los otros y de consolidación de profesionales autoreflexivos que pueden generar conocimiento a partir de interrogarse en la practica cotidiana observando, registrando y generando hipótesis.
El taller de investigación acción apunta a desplegar dispositivos que den respuesta a las diversas realidades en que pudiera desempeñarse un profesional.
Partiendo del reconocimiento del terreno y el clima particular de cada contexto grupal apuntar a la creación situacional de estrategia que contribuyan a la instalación de una vincularidad creadora.
Salir de la cadencia abrumadora de las protestas que ubican la responsabilidad de nuestro destino en los otros dejándonos en el lugar de víctimas pasivas y acceder a un clima de empoderamiento donde la propuesta y el proyecto haga vibrar el germen vital y constructivo que habita en cada uno.
Lic. Guillermo A. Vilaseca

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