Reflexiones

Cuando llega el tiempo de decir basta

Hay muchas y variadas maneras de decir basta. Las hay leves, las hay vanas, las hay mentirosas o, en algunos casos, las hay rotundas? esenciales.
Una madre, por caso, puede decirles a sus párvulos indóciles un basta light , de esos que salen flaquitos, implorantes, y verá que su decir suena a la nada misma, mientras sus niños continúan saltando sobre el sofá del living a las doce de la noche, sin miras de irse a la cama aunque mañana haya colegio.
El terreno de los basta es difícil porque no hay regla acerca de cómo aplicarlo en cada situación, dado que las personas son muy diferentes y cada una tiene su medida.
El universo en el cual esto se ve con más claridad es el de la pareja. De hecho, dos nociones de la actitud a tomar parecen colisionar. Por un lado, hay una idea que dice que el estar juntos de manera comprometida implica superar muchos obstáculos, limar diferencias, amalgamar temperamentos, tener infinita paciencia? Mientras tanto, la otra cara de la misma moneda dice que no es cuestión de morir en el intento de sostener la pareja, que hay diferencias que son irreconciliables, que hay cosas que son absolutamente inaceptables y no hay por qué vivir infeliz siendo que es tan ardua la convivencia. Ambas actitudes tienen su razón de ser, y no hay un límite preciso ni una medida que estandarice el basta del caso, si es que corresponde que éste deba ser usado.
¿Cuántos golpes recibirá una mujer en pareja con un violento (creyendo que se redimirá algún día) hasta decir basta? ¿Cuánto tiempo deberá sufrir un marido la indiferencia sexual de su mujer (una de las formas de la violencia conyugal) antes de decir basta? ¿Es cuestión de seguir intentándolo? ¿O ya está, no va más, no se puede o quiere seguir así, por lo que? basta?
Lo que sí es claro es que el basta pronunciado desde lo más profundo siempre es fecundo, porque no solamente apunta a poner un fin a algo (un «algo» que es importante definir bien, para no dar pasos en falso), sino que genera la inauguración de otra etapa, otra circunstancia, sea con otro actores, con los mismos actores transformados o en nuevos escenarios.
Se debe al hecho de que el encuentro con ese basta (que no es mero impulso, sino fruto de la maduración que llega a la acción) significa un encuentro con el deseo más profundo.
El basta «ontológico», por llamar de esta surrealista manera al que surge de lo profundo del ser, cuando por fin llega siempre se dice con todo el cuerpo, con la vibración y convicción de todo el ser puestos en acto y palabra plena.
Por eso, ese basta profundo siempre genera efectos genuinos, de esos que despiertan a la vida y abren oportunidades, aunque generalmente duelan o sinceren conflictos preexistentes.
No es fácil encontrar ese basta. El camino en su procura está lleno de miedos, de obstáculos, de dudas y confusiones. Pero la verdad siempre llega a la conciencia, y está en cada uno saberla identificar para decir el basta que corresponda, ese que marca el territorio, abriendo camino a un mejor porvenir. El cuerpo ayuda diciendo lo suyo, el alma empieza a gritar que, de eso? no más.
Las ideas y especulaciones quedan repentinamente atrás, la valentía aparece en clave de acto? de a poco, las nubes y la pesadez que se han ido acumulando precipitan en lluvia ante la llegada del rayo.
¿Cuándo ocurre eso? No lo sabemos, pero vale confiar en que los tiempos llegan, y cuando lleguen se sabrá reconocerlos (a veces con ayuda de gente buena cercana), porque no es el miedo y el mero aguantar estéril, sino las ganas de vivir genuinamente la que marcará el día y la hora de decir que, lo que fue, no es más, porque se desea otro camino para realizar los deseos más profundos, por lo que se acabó lo que se daba..
Escrito por Miguel Espeche – Publicado en L A N A C I O N 06/12/2012
 

Un comentario en «Cuando llega el tiempo de decir basta»

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