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Los problemas cotidianos son también fatales para el corazón

LA PSICOCARDIOLOGIA SURGE COMO NUEVO ABORDAJE
Una separación, una mudanza o un despido pueden ser tan dañinos para el organismo como el colesterol elevado, la hipertensión o la obesidad. ¿Los cardiólogos deben convertirse también en psicólogos?

Para los especialistas es cada día más evidente la incidencia de los problemas cotidianos en la salud del corazón. Es decir, una separación, una mudanza o un despido pueden ser tan dañinos para el organismo como el colesterol elevado, la hipertensión o la obesidad. Apuntar a los factores de riesgo psicosociales plantea un dilema a los cardiólogos: ¿Deben convertirse en psicólogos para tratar mejor a sus pacientes?
Esa pregunta aparece en un extenso artículo publicado este mes en la Journal of the American College of Cardiology: «La epidemiología, la  patofisiología y el tratamiento de los factores de riesgo psicosociales en la práctica cardíaca: el campo emergente de la cardiología del comportamiento». Explica como, aunque los cardiólogos están acostumbrados a tratar la obesidad, el tabaquismo o la inactividad física de sus pacientes, se sienten incómodos para lidiar con la salud mental. Dice que la relación entre los riesgos psicosociales y los problemas cardíacos es tan fuerte que «los cardiólogos necesitan ser proactivos y tomar nota sobre este importante aspecto del cuidado del paciente».
«El nuevo planteo de la cardiología ubica a los factores psicosociales como causa de los factores de riesgo tradicionales. Significa que si el
cardiólogo no es un poco psicólogo, no aconseja un tratamiento psicológico o no deriva a sus pacientes, no trata bien a sus pacientes -explica a Clarín Marcela Redruello, miembro de La Fundación Cardiológica Argentina-. No es que los factores psicosociales sean más difíciles de detectar, simplemente los médicos tenemos que habituarnos a interrogar y observar su presencia en nuestros pacientes».
Estos factores psicosociales pueden dividirse en dos: los emocionales (depresión, ansiedad, furia) y las situaciones de estrés crónico (problemas
económicos, estrés laboral o matrimonial). «Hay evidencia que relaciona estos factores con una mayor probabilidad de muerte súbita y otros eventos
cardiovasculares como infarto», dice Redruello.
Las razones médicas por las que estos factores pueden desencadenar eventos cardíacos se basan en el impacto sobre el sistema nervioso simpático
(productor de adrenalina) y un eje llamado Hipotalamico-pituitario drenal, que relaciona los estímulos que llegan al cerebro con una respuesta del
cuerpo dada por la glándula suprarrenal. La activación permanente de este sistema por factores como la depresión produce insulina resistencia (lleva a la diabetes), obesidad, hipertensión, disfunción ovárica, disminución de la masa ósea y osteoporosis, entre otros.
«Trabajamos con el paciente en la prevención, enfermedad, psicoprofilaxis quirúrgica, internación y rehabilitación. Todo en forma interdisciplinaria y
abordando las características individuales en sus aspectos emocionales, familiares, laborales», explica a Clarín Mirta Laham, doctora en Psicología,
autora de «Psicocardiogía, abordaje psicológico al paciente cardíaco» y coordinadora del Servicio de Salud Mental del Instituto de Investigaciones
Médicas Dr. Alfredo Lanari.
-¿Influye la personalidad en las enfermedades cardíacas?
-En varios estudios se reconocieron características específicas de conducta en el paciente coronario: competitividad, apuro, impaciencia, desatención de los síntomas de fatiga y dolor, omnipotencia, muy involucrados en el trabajo, con ira, hostiles. Son personas que viven apuradas, exigidas, tienen mucha necesidad de obtener logros y poca capacidad de frustración, son susceptibles al enojo, reactivos al estrés. Suelen mantener malos hábitos: tabaquismo y sedentarismo.
«El cardiólogo es un profesional central en la historia del enfermo coronario. En él se vuelcan no sólo la patología vascular sino también los
temores, la esperanza y los esfuerzos para enfrentar la enfermedad. El profesional debe estar preparado para dar respuestas a muchos interrogantes
que escapan a los límites clásicos de la medicina», dice el doctor Alejandro Adilardi, jefe del Servicio de Cardiología del Lanari.
«Son innumerables las situaciones disparadoras de rabia, excitación o ansiedad que pueden producir disfunciones circulatorias. Donde interviene la
emoción hay síntomas que disminuyen o aumentan la frecuencia cardíaca -dice Héctor Kunik, presidente de la Asociación Metropolitana de Medicina del Deporte y director del Comité de Cardiología del Ejercicio de la Sociedad de Cardiología de Buenos Aires-. Las emociones más perjudiciales son la
agresividad inconsciente, el miedo a ser castigados, el temor al abandono y a la muerte».
Si las emociones negativas favorecen las enfermedades cardíacas, se podría decir que el optimismo entonces es bueno para la salud (Ver La risa…).
Según Laham, «se está considerando una nueva categoría para entender el estrés: la resiliencia, que es la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y salir fortalecido por experiencias adversas. Ante una crisis, los resilentes florecen, enfrentan la experiencia con humor y optimismo. Los
últimos estudios concluyen en los buenos resultados de los resilientes».
Habrá que tomarse la vida con más humor.
Por Mariana Iglesias
Publicado en C l a r í n  24/10/2005

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