«CONSTRUIR, HABITAR Y PENSAR LOS GRUPOS Y EL LAZO SOCIAL» TEXTO PARA MESA REDONDA en la Jornada del IIG Sábado 9 de septiembre del 2023
CONSTRUIR, HABITAR Y PENSAR LOS GRUPOS Y EL LAZO SOCIAL Jornada en el Instituto de Investigaciones Grupales
Sábado 9 de septiembre del 2023
Lic. Guillermo Augusto Vilaseca
Siendo que cada uno de Uds. está interesado en los grupos hoy y que los proyectos en relación a los grupos pueden ser una pasión que los guíe y los nutra, quiero compartir algunas pinceladas de las experiencias vividas en las últimas 5 décadas sazonadas de anécdotas y reflexiones que tal vez puedan inspirarlos y animarlos en este camino tan apasionante y desafiante con este instrumento todo terreno que requiere de ajustes permanentes en función del momento histórico social.
Nací a mediados del siglo pasado en un grupo familiar de clase media Ítalo/español, me socialicé primero en una escuela privada hasta el golpe del 55 y en una pública después. A los 18 años terminaba la escuela secundaria con el título de MAESTRO Normal Nacional habiendo atravesado en 1966 la “noche de los bastones largos”.
En las prácticas docentes había percibido que estaba a cargo de un grupo y que tenía pocos recursos que no fueran represivos para orientar el trabajo. Si bien no lo sabía estaba atrapado en el paradigma “vigilar y castigar”
Mi facilidad por las ciencias exactas me llevó por el camino del Profesorado de Matemáticas, Física y Cosmografía donde no encontré herramientas eficaces para concebir el rol docente en tanto coordinador de un grupo de aprendizaje.
En esa búsqueda me fui acercando a la Psicología y a la Psicología Social donde encontré una teoría y una experiencia personal que me entusiasmó y me enamoró en plena época de esperanzas de construir un mundo mejor en la Argentina. Nos animamos a trabajar en grupos, con grupos y promover encuentros muy enriquecedores. El contexto contribuía a facilitar la realización de dichas experiencias, juntarse y compartir era auspicioso.
En medio de ese clima se desencadena una de las etapas más difíciles de la historia argentina donde queda prohibido juntarse en grupos. La desconfianza se transforma en moneda corriente con lo cual construir vínculos se torna peligroso.
Pertenecer a grupos y coordinar grupos en esa época implicaba riesgo de vida con el surgimiento de la AAA y el golpe militar.
En ese contexto el mundial de football del 78 despertó sentimientos contradictorios y confusionales
La Guerra de las islas Malvinas en 1982 generó un efecto extraño de unión ante el enemigo externo. Coordinamos grupos en escuelas e instituciones diversas para procesar las angustias de ese momento. Fue una instancia determinante en la historia de los psicólogos sociales que fueron demandados por una necesidad de la comunidad que los confirmó en su rol. Llevó a que su inserción dejara de ser la de formar psicólogos sociales, sino que se insertaran en todas las áreas posibles de la comunidad.
La vuelta a la DEMOCRACIA en 1983 nos llena de esperanza, pero el individualismo, la noción de que el otro nos puede mirar con desconfianza y viceversa, los ideales de independencia casi absoluta, determinan condiciones totalmente diferentes para proponer un dispositivo de trabajo grupal.
Como docente, instrumento trabajos grupales que resultan superadores respecto a lo individual con el bagaje de haber devenido psicólogo clínico y psicólogo social que integra el psicodrama a su tarea cotidiana.
En ocasión del XII Congreso International de Psicoterapia de Grupo de la IAGP que se realizara en Buenos Aires en agosto de 1995 debatimos con colegas hispanoparlantes sobre las dificultades que encontrábamos para participar de estos eventos por cuestiones idiomáticas.
Ésta fue la semilla que germinó y logró florecer en febrero del 1997 en Salamanca España dando inicio a los Congresos Iberoamericanos de Psicodrama que van por el evento número 14
Uno de los interrogantes centrales que nos hacíamos en esos años era qué efectos iba a tener la globalización en la vida cotidiana personal y profesional. Organizamos talleres donde nos centrábamos en imaginar escenas de ese futuro.
Allá por los finales del siglo XX todavía nos comunicábamos por carta y las traducciones eran una cuestión que requería un esfuerzo adicional. A pesar de ello logramos que un artículo de una pareja de argentinos fuera publicado en FORUM, la revista de IAGP, en inglés y español. “Una clínica grupal psicodramática templada en tiempos de crisis” escrito por la Lic. Ana María Rothman y el que suscribe. Reflexionamos a partir de la coordinación de grupos terapéuticos siguiendo los criterios de la multiplicación dramática.
Ya en el segundo congreso Iberoamericano de 1999 que se realizara en Brasil empezamos a utilizar las herramientas de comunicación que nos empezó a brindar internet. Se propuso un dispositivo novedoso y fundamentalmente concordante con la idea de trabajar EN GRUPO. Cada profesional manifestaba el tema de su interés y la organización nos ofrecía armar equipo con los colegas de otros países con quienes hubiera concordancia para que armáramos las presentaciones al congreso. Sin duda fue una oportunidad hermosa de intercambiar y conocernos a más de desplegar la creatividad y aprender.
Hicimos entrañables amigos, aprendimos mucho y también nos encontramos con las cuestiones de poder que en muchos casos devinieron en tensiones que no siempre contribuyeron al crecimiento, sino que implicaron rupturas con empobrecimiento.
Cada crisis nos llevó a crear grupos acordes con las necesidades del momento: en el 2001 fueron talleres de reinserción laboral; ante la problemática de los agentes de salud y educación, los grupos de cuidar a los que cuidan; la temática de género los grupos de reflexión de varones y los talleres varones y mujeres de las tradiciones a los cambios; la necesidad de supervisar la clínica los grupos de covisión, etc. Necesitamos ser sensibles a las circunstancias de contexto y tener la osadía de juntarnos con otros para ofrecer maneras de abordar las problemáticas de forma grupal.
En ese sentido evoco a Pichon Riviere “El que se entrega a la tristeza renuncia a la plenitud de la vida, para sobrevivir: planificar la esperanza”
En esos años los canales de comunicación se fueron multiplicando y adquiriendo cada vez mayor velocidad. De la carta pasamos al mail que podía responderse sin instantaneidad, pero hoy que la computadora la tenemos en la mano a través de los llamados teléfonos inteligentes el tiempo para reflexionar una respuesta aparece amenazado. Podemos estar en contacto con muchas personas, pero la pregunta es qué tipo de lazo es ése. Podemos mantener vínculos con quienes partieron a otros horizontes de este mundo globalizado, pero sin el encuentro directo de los cuerpos en el mismo espacio. A pesar de eso logramos sostener grupos hasta de psicodrama.
Sin duda gracias a estos canales de comunicación pudimos mantenernos en contacto en la etapa reciente donde todos nos transformamos en amenaza de enfermedad y muerte para el otro.
Y así fue que aprendimos a agruparnos por whatsap, zoom, meet, etc.
En este mundo globalizado e interconectado los grupos por internet nos permitieron seguir en contacto durante la pandemia descubriendo amplitud en los horizontes, aunque favoreciendo la posición de espectadores pasivos. Esto nos llevó a poner el acento en lograr interacción intragrupal. Nuevas posibilidades y limitaciones requieren tomar nuevas actitudes
¿Pero, qué tipo de lazos son éstos?
Inmersos en la velocidad de las respuestas instantáneas y la infinidad de estímulos que recibimos de manera permanente nos encontramos exigidos por nosotros mismos a rendir más en un contexto de sálvese quien pueda.
Nos juntamos con quienes piensan y sienten como nosotros y los motores de búsqueda de internet nos ofrecen información afín a nuestras creencias de manera que cada vez tenemos menos destreza para dialogar con quién me podrían ofrecer otro punto de vista que tal vez cuestione mis certezas.
Esto nos está afectando silenciosamente dando lugar a la radicalización y la polarización del pensamiento.
Es importante tener presente que habitamos “burbujas informativas” que generan un estado de aislamiento intelectual que deriva del consumo de la información que nos llega a través de la “personalización” que nos impone el mundo digital. Cuando estoy observando a través del filtro de mi burbuja, sólo escucho y doy por válida una forma de pensar, que es precisamente la mía, lo que me vuelve más intolerante contribuyendo a acrecentar las grietas en las que han muerto tantos vínculos entrañables en los últimos años.
Cada vez estamos menos entrenados en lo que Pichon Riviere denominaba: “Crítica de la vida cotidiana”. Esto nos lleva a molestarnos si nos contradicen y pretendemos tener razón siempre.
¿Cómo podríamos reducir el efecto grieta?
¿Cómo habilitar hoy la idea de que la heterogeneidad en el grupo contribuye a la homogeneidad en la tarea en tanto generadora de mayor riqueza a partir de la aceptación de la diversidad en el marco de un clima inclusivo?
¿Cómo gestar un debate constructivo de ideas que no lastimen a las personas y permitan llegar a acuerdos?
Considero que es fundamental construir dispositivos grupales que faciliten juntarse con otros y poder cultivar la hospitalidad. Que comencemos a escuchar y aceptar que hay múltiples realidades, visiones, opiniones y variables que no consideramos cuando nos mantenemos en nuestra burbuja.
Podemos intentarlo una vez más armando grupos y formando parte de ellos, aunque como siempre sostenemos, juntar personas sin definir pautas de interacción que consideramos adecuadas en cada circunstancia suele llevarnos a situaciones donde el contexto se hace texto en el grupo y el intento refuerza lo peor del cotidiano, la corriente nos lleva.
Para sostener una experiencia novedosa y poder crear una oportunidad de crecimiento y creatividad necesitamos asumir que el dispositivo hoy necesita ser una herramienta contracultural que sostenga contra la corriente de la vertiginosidad, la soledad, el individualismo, la auto exigencia y el empobrecimiento subjetivo.
Sin duda afrontar la coordinación grupal en tiempos de crisis requiere de creatividad permanente.
Necesitamos tener en cuenta que las situaciones de crisis implican amenaza e incertidumbre, generan fenómenos de ambigüedad con efectos desestructurantes en los grupos y en la identidad de cada participante movilizando sentimientos primarios de indefensión, desamparo, confusión, caos, inseguridad, desconfianza y violencia en tanto desconocimiento del otro como sujeto que lo reduce a la condición de objeto, así como la violencia de la auto exigencia que no permite reconocer los propios límites.
Para recuperar condiciones de confianza y seguridad psicológica se requiere que el coordinador garantice la escucha y la interrogación.
Para ello es útil instalar en el grupo la diferencia entre opiniones personales y afirmaciones universales.
La importancia de hablar en nombre propio como manera de no desautorizar, violentar al otro, dar valor a la palabra propia y reconocer el sesgo de cada uno en el aporte a la producción colectiva, al collage grupal. Generar las condiciones para el enriquecimiento de cada uno con lo de los otros valorando las resonancias.
Así nadie es dueño de “la verdad” sino que cada uno se hace cargo de su interpretación y de su lectura de los hechos en tanto aporte a una comprensión más abarcativa.
Jacobo Levi Moreno – creador del psicodrama – nos hablaba del compartir como la instancia en que tengo la oportunidad de entrar en diálogo a partir de exponer mi punto de vista desde mi experiencia personal, desde mis resonancias, reconociendo lo subjetivo de mi mirada y mi opinión
¿Cómo coordinar grupos en tiempos de incertidumbre donde predominan los ideales individualistas?
Me sigo haciendo preguntas y los invito a continuar interrogándose. Creo que eventos como éste son sin duda una oportunidad para hacerlo con otros y seguir aprendiendo grupalmente
En este sentido quiero agradecer particularmente a Graciela Jasiner por sostener el espacio del Instituto de Investigaciones Grupales desde hace 30 años
A modo de cierre quiero compartir una frase de Ernesto Sábato:
“Cuando somos sensibles, cuando nuestros poros no están cubiertos de las implacables capas, la cercanía con la presencia humana nos sacude, nos alienta, comprenderemos que es el otro el que siempre nos salva…”
(La Resistencia)