Media naranja, naranja entera…..dos mitades de un todo, dos enteros mejor, compartiendo momentos de encuentro y de desencuentro
Media naranja, naranja entera…..dos mitades de un todo, dos enteros mejor, compartiendo momentos de encuentro y de desencuentro. Ensayando permanentemente distintas soluciones, a veces más convenientes que otras, pero igual de audaces, de arriesgadas y de inciertas.
La relación del hombre y la mujer, no sólo en la pareja, sino también en la amistad, en el trabajo, en la sociedad en general, es decir en la calle, cuando vamos de compras o estacionamos el auto, está teñida de mitos, de imágenes predeterminadas, que cada uno lleva a cuestas. Y desprevenidos y desprevenidas nos arrojamos a la incertidumbre de relacionarnos lo mejor posible, a veces finjiendo entendernos, pero en verdad tal vez solamente tolerando, resignando o complaciendo. Pero tal vez también, en los mejores momentos, entendiendo el no entender, conmoviéndonos con la incapacidad de comprender TODO y permitiéndonos la sorpresa en el descubrimiento diario de reacciones distintas a las nuestras, de silencios diferentes a los nuestros, y de quien sabe qué o cuáles diferencias aún no descubiertas o no enunciadas es decir, sólo sensaciones.
Cada género tiene su mito, su imagen en la mente de la gente y en cada cultura y en cada grupo, cada familia y en cada persona. El sostenimiento de los mismos, truncan la compresión y complican las relaciones.
Vilaseca nos pasea por los estereotipos, explicando con ejemplos, la caída de muchos de ellos y la PERPLEJIDAD frente a esta evidencia.
El hombre, varón, macho, sosteniendo su masculinidad a capa y espada a pesar de la displicencia femenina que pasa a su la lado como diciendo: “ah, si?” Dejándolos sin argumentos, sin capa y sin espada.
También el hombre comprensivo, quien puesto a prueba, llega un momento en el cual, se siente incómodo con un lugar inespecífico.
Y el varón absolutamente convencido de la igualdad en relación a la mujer pero que, aún así, muchas veces no encuentra su lugar, su definición y su rol. Incluso, estando absolutamente convencido de ser un par, es duramente increpado ante actitudes suyas que él creía justas, equitativas e igualitarias.
Lo cierto es que estamos en una época de cambio, aunque no es novedad, porque empezó hace rato, pero aún no se ha cerrado el ciclo y hay mucho por cambiar, discutir y comprender.
El tema es amplio y extenso, pero Vilaseca nos da un pantallazo con profundidad y sostenido interés, a través de casos reales, abriendo perspectivas y encendiendo más preguntas todavía de las que ya tenemos. Y eso es bueno, porque para avanzar, es indispensable cuestionarse.
Palabras de María Julia Peyceré, durante la presentación del libro: Por qué los hombres no entendemos a las mujeres, de Guillermo Vilaseca en Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba. Junio 2014.