La guerra de los sexos no existió jamás
Hombres y mujeres son tan diferentes que bien podrían proceder de planetas distintos, según la teoría de los sexos que planteaba el best-seller de John Gray “Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus”, de 1992.
Las diferencias entre los sexos es un tema en extremo popular en la ciencia de la conducta. Desde 2000, en las publicaciones científicas han aparecido más de 30.000 artículos al respecto.
El hecho de que hombres y mujeres difieren en ciertos aspectos es innegable. Pero la convicción subsiguiente en cuanto a “diferencias categóricas” –los hombres son agresivos; las mujeres, solidarias– refuerza los estereotipos tradicionales al tratar determinadas conductas como inmutables.
Tal convicción se basa en un modelo de conducta humana que resulta insostenible en el plano científico.
Consideremos, por ejemplo, una discusión conyugal en la cual la mujer acusa al hombre de ser frío en el plano emocional mientras él la critica por ser demandante. En un mundo categórico de género, la discusión puede derivar con rapidez en: “¡Todos los hombres (o todas las mujeres) son iguales!” Pedirle a alguien que cambie, en ese mundo binario, es esperar que lo haga contra la tendencia natural de su categoría.
La alternativa, una perspectiva dimensional, adscribe la conducta a individuos en el marco de sus diversas características personales. Es mucho más fácil imaginar un cambio en esas condiciones.
¿Pero qué pasa con todos esos estudios publicados, mucho de los cuales afirman que hay diferencias entre los sexos? En nuestra investigación, que publicó hace poco The Journal of Personality and Social Psychology, adoptamos una actitud más empírica y analizamos 122 atributos de más de 13.000 personas. Una conclusión se impuso con claridad: en lugar de dividirse en dos grupos, hombres y mujeres mostraban una considerable superposición en atributos como la frecuencia de actividades relacionadas con la ciencia, el interés por el sexo ocasional o el atractivo de un/a posible compañero/a virgen.
Hasta características estereotípicas como la seguridad o la valoración de las amistades estrechas se inscribieron en ese continuum. En otras palabras, hallamos escasa o ninguna evidencia de diferencias categóricas basadas en el sexo.
Para algunos, eso no constituye una sorpresa. La psicóloga Janet Hyde sostiene que hombres y mujeres son más parecidos que diferentes. Para muchos otros, sin embargo, la idea de que hombres y mujeres son seres diferentes persiste.
Es importante destacar que no creemos haber realizado un estudio inapelable.
Sólo observamos características psicológicas que suelen asociarse con la conducta de mujeres y hombres.
El punto de vista Marte/Venus describe un mundo inexistente, por lo menos aquí, en la Tierra. Nuestro trabajo indica que el sexo no define categorías diferentes de características psicológicas. Tenemos que ver a los individuos como individuos.
Escrito por Por Bobbi Carothers Analista De Datos, Universidad De Washington Harry Reis Profesor De PsicologIa, Universidad De Rochester
The New York Times, 2013. Traducción de Joaquín Ibarburu.
Publicado en C L A R I N 28/04/13