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Historia del Psicodrama

En el presente trabajo nos proponemos dar cuenta de los hitos principales de la relación dialéctica entre el desarrollo del Psicodrama y el contexto macrosocial, desde Moreno hasta nuestros días.
Surgido en plena crisis (disolución del Imperio Austro-Húngaro, fin de la Primera Guerra, etc.), vinculado a una cierta marginalidad, el Psicodrama conlleva desde su origen una direccionalidad transformadora y de alternativa frente a los discursos establecidos.
Hoy, aquí, una crisis sin precedentes nos atraviesa.
Se hace difícil articular un pensamiento acerca de nuestras prácticas. en cada espacio, en cada momento, nos acechan el desaliento, el temor y la parálisis. Avizoramos posibilidades inéditas de cambio, entremezcladas con el riesgo del aislamiento, la esterotipia y el acorazamiento defensivo en los lugares comunes.
El Psicodrama, concebido como posibilitador del despliegue de múltiples inscripciones del sujeto situado en el complejo entramado de su contexto sociopolítico, es para nosotros herramienta transformadora, más que lugar de tranquilizadoras certezas ilusorias.
Genealogía
Los comienzos de lo que llegaría a ser el Psicodrama se ubican en la Viena de 1921. Ruinosa capital del que fuera otrora poderoso Imperio, reducido por el tratado de Versailles a una nación diminuta y en bancarrota. No solo padecen los vieneses penurias económicas: se agitan entre ellos tensiones raciales y política de larga data, actualizadas en la anarquía y la incertidumbre del futuro.
En toda Europa se vive una renovación cultural de signo contestatario y vanguardista. El amaneramiento decadente de la Belle Epoque deja lugar a la experimentación en la plástica, la literatura y el teatro.
El 1º de abril de 1921, Jacob Levi Moreno, un judío rumano doctorado en Psiquiatría en 1917, dirige la primera sesión del Teatro de la Espontaneidad.
El público elige entre las noticias del diario las más significativas y un grupo de autores las lleva a escena.
A poco andar comprueba el potencial terapéutico del dispositivo, en los cambios personales de una de sus actrices.
Así, al efecto social del teatro, conocido desde antiguo, se agrega una dimensión clínica individual.
Mucho antes, Shakespeare lo ha intuído magistralmente. En «Hamlet», por ejemplo, la escenificación (teatro dentro del teatro) tiene una precisa función terapéutica.
Moreno, emigrado a los Estados Unidos en 1925, continúa desarrollando los dos aspectos. Forja el concepto de «psicoterapia del grupo» (1931); inicia la sociometría científica y el teatro terapéutico (1936).
De su propia obra valora sobre todo el aspecto social y comunitario. Su optimismo es calificado a menudo de utópico y mesiánico. Cree firmemente en el potencial de la creatividad y espontaneidad humana, en el juego y el humor, en el encuentro.
Mientras tanto, la expansión económica de su nueva patria cae en la crisis económica de 1929, de la que surge la «Depresión», drástica modificación del «sueño americano».
En otro espacio, Francia después de la 2da. Guerra Mundial, surge el psicodrama psicoanalítico. Otra vez el escenario social convulsionado enmarca y multidetermina. La prolongada ocupación militar alemana, la Resistencia, el desmantelamiento de las instituciones, heridas en el cuerpo y la memoria colectiva, que hallarán expresión en el existencialismo.
Este psicodrama es esencialmente clínico y su desarrollo está vinculado a las prácticas grupales con niños.
La guerra ha dejado entre sus secuelas un incremento de la niñez abandonada. Las instituciones, limitadas en sus recursos de todo tipo, pero sobre todo humanos, poco podían hacer ante una demanda de características desusadas.
Algunos terapeutas y psicoanalistas buscan en Moreno formación para dar respuesta. Los aspectos ideológicos y filosóficos les resultan poco aceptables, y los discriminan del instrumento técnico (con excepciones).
En 1946, surgen dos experiencias paralelas de psicoterapia grupal de niños con elementos psicodramáticos.
Luego de un año y medio de experimentación, la confrontación suscita la convicción de que el juego dramático espontáneo y la dinámica de grupo constituyen para los psicoanalistas de niños un enfoque útil.
Este enfoque es posteriormente ampliado a los adultos, particularmente en situación de formación.
La incipiente conceptualización grupal-psicodramática psicoanalítica extrapola, con mayor o menor precisión, elementos de la teoría de Freud. El desarrollo de la práctica permite más tarde una rica producción de conceptos legitimados en la misma
En nuestro país el psicodrama tiene un comienzo similar al francés. Las primeras experiencias se llevan a cabo a fines de 1957 en la sala de Pediatría del Hospital Británico. Simultáneamente, se combina psicoterapia grupal con psicodrama psicoanalítico en el Instituto de Neurosis.
Los primeros reciben la influencia del movimiento francés, documentado en una amplia bibliografía, y la del mismo Moreno, con quien varios se forman en Beacon. Son en su mayoría psicoanalistas y terapeutas de niños que buscan una técnica grupal más creativa para su trabajo con ellos. Por la misma época comienza a perfilarse la difusión masiva de conceptos psicoanalíticos, así como el establecimiento de la carrera de Psicología en Universidades Nacionales y privadas. Estos dos hechos contribuyen a una marcada hegemonía del psicoanálisis en todas las prácticas de Salud Mental. Luego del derrocamiento del Gral. Perón, una importante fracción social se ve privada de sus derechos políticos; hay intensos cambios culturales y las Universidades viven un período de esplendor, que se prolongará hasta 1966.
En 1963 se crea la Asociación Argentina de Psicodrama y Psicoterapia de Grupo, un año después que los franceses hace lo propio.
En 1965 se funda el Grupo Experimental Psicodramático Latinoamericano; diez años después presenta en Amsterdam un Manifiesto que reflejaba su postura ideológica y ética sobre el empleo de las técnicas psicodramáticas y una reflexión acerca del poder terapéutico.
Hasta 1976, el psicodrama junto con lo grupal registra un importante crecimiento, sobre todo en lo asistencial. Se amplían los ámbitos de aplicación y se profundiza el desarrollo teórico y técnico.
En comparación con el movimiento psicodramático francés, volcado a la formación, los psicodramatistas argentinos tienen una actitud asistencia, crítica y cuestionadora de las instituciones y del «psicoanálisis oficial». Establecida la dictadura militar en 1976, se da un repliegue forzoso. Gran número de profesionales emigran, otros son silenciados. Los espacios de participación, organización y cuestionamiento son los más atacados.
En condiciones poco favorables, continúan su tarea de formación y asistencia en privado.
En 1980, un grupo de psicodramatistas funda la Sociedad Argentina de Psicodrama, de la que formamos parte, con el objetivo de intercambiar, desarrollar, profundizar y extender conocimientos y aplicaciones del mismo. Surge como alternativa, como necesidad de recuperar lo perdido, como intento de gestar algo nuevo.
En todo el país, otras instituciones intentan, sede su concepción ampliar los límites, utilizar y enriquecer este instrumento polifacético.
Crisis y contexto
Crisis, dice el diccionario, es una mutación importante en el desarrollo de procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales: situación de un asunto o proceso cuando está en duda su continuación, modificación o cese; por extensión, momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
Los momentos de pasaje en la vida individual son a menudo llamados crisis; también los de las instituciones.
Para el conjunto social, la crisis determina cambios rápidos y profundos, que vuelven caducas reglas consideradas básicas en la convivencia, y la instalación en la provisoriedad y la incerteza, la confusión y el desajuste.
La falta de perspectiva y la urgencia imposibilitan utilizar los criterios de juicio hasta ayer vigentes.
Lo viejo se resiste a morir, lo nuevo no alcanza a nacer.
Nunca como en estas situaciones tomamos en cuenta el «contexto», vuelto perentoriamente «texto».
Cuestionada la ilusión de estabilidad, alterada la «naturalidad de las cosas», volvemos a preguntarnos por lo obvio.
En todo momento, todo grupo es un nudo de entrecruzamientos deseantes, ideológicos, históricos, etc. Y es en los momentos de crisis donde se patentiza esta estructura más claramente, y cuando menos se ve, ya que todos estamos inmersos en el mismo referente.
 
El artículo completo está en Clínicas Grupales.

Lic. Juana Acuña
Lic. Marta Pardo
Lic. Guillermo Augusto Vilaseca

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