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Como tener momentos felices

Hoy vivimos una época donde abundan las propuestas que nos ofrecen fórmulas que imponen la felicidad proponiendo mirar sólo el lado positivo de las cosas.

Desde esta perspectiva se responsabiliza a quien no alcanza el éxito y la dicha que le está ofrecida por qué no se empeña lo suficiente para alcanzarla.

Necesitamos bajar las expectativas ya que de lo contrario estos ideales nos llevan a hacernos más infelices, cargarnos de culpa, frustración y soledad.

Las crisis evolutivas como las accidentales rompen nuestro equilibrio, los conflictos duelen, las pérdidas nos afectan y el sufrimiento también forma parte del vivir. Cuando estoy mal y me obligo a ocultarlo y mostrarme de otra forma me daño, me confundo y no tengo posibilidad de afrontar mi realidad existencial con creatividad desplegando la espontaneidad posible.

Las emociones que despierta una muerte, un divorcio, cualquier clase de pérdida, crisis o situación traumática, existen y nos dan información de nuestra sensibilidad ante esos hechos.  Así como percibir las sensaciones de frio o calor nos llevan a abrigarnos o desabrigarnos, el hambre y la sed nos llevan a buscar la manera de beber o comer, cada sensación nos habla de algo que estamos necesitando para recuperar el equilibrio.

Aquí nos encontramos con otro problema de esta época que complica el panorama.

El individualismo, la inseguridad, la falta de confianza concomitante con el sálvese quien pueda tienden a dejarnos solos afectando los lazos solidarios y fraternos en los que es necesario alojarse en los momentos en que la vida nos pone más en evidencia nuestra fragilidad y vulnerabilidad.

Teniendo en cuenta estas pinceladas de nuestro presente se pone en evidencia el valor de cultivar lazos amistosos a pesar de las diferencias, lograr construir redes vinculares en las cuales compartir las alegrías y los dolores de la vida de cada uno aparece, así como la mayor garantía de poder tener algunos momentos de felicidad hasta en la adversidad.

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