Ser papá
Si bien el parto del primero hijo/hija aparece como el momento de nacimiento del Papá posible que hay en cada varón, en realidad, cada parto, cada adopción implica la decisión de un compromiso para toda la vida a partir del cual autorizamos a una persona que comienza a desarrollarse a que nos reconozca en esas cuatro letras: PAPA.
Las maneras en que se ha entendido la paternidad a lo largo de la historia han ido cambiando. Un poco por el resultado de los cambios en las condiciones de vida que nos ha marcado la tecnología, los avances de la ciencia, las guerras, y también el producto de esta decisión que muchos reconocerán como propia de intentar brindarle a los hijos aquello que consideramos hubiera sido lo mejor para nosotros mismos.
En este camino de pruebas y errores, aciertos y desaciertos, habitualmente con mucha intensidad vamos construyendo formas de ser padre. Hoy nos encontramos con la posibilidad de un vínculo con hijos donde la sensibilidad, la proximidad y los cuidados no sean sólo dominio de la relación con la madre.
Cada varón desde el momento que decide tener un hijo/hija comienza un viaje al encuentro de una persona, a la cual va imaginando y con la cual va desarrollando un diálogo interno al mismo tiempo que convoca recuerdos de su condición de hijo, así como de sus vínculos en esa época.
Esta oportunidad que nos brindamos en la vida en el encuentro con nuestra pareja va a ser moldeada de acuerdo a la manera particular en que nos plantemos ante la situación. Estamos ante la posibilidad de ejercer nuestra libertad y ser escultores de las relaciones que nos propongamos sostener.
Todos nosotros tenemos la oportunidad de construir nuestra manera de ser papá con cada hijo/a, para lo cual necesitamos reconocer nuestros propios deseos, reconocer la singularidad de la persona con la que estamos, cada hijo es absolutamente distinto, y sólo a partir de saber cuáles son los mandatos y las maneras que incorporamos en nuestra propia crianza es que estaremos en condiciones de elegir cómo queremos ser en el desafío que es la relación con cada uno de nuestros hijos.