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Una de las funciones primeras del padre es la representación de la realidad

bebe14fUna de las funciones primeras del padre es la representación de la realidad, ya que en nuestra cultura, es él quien en principio continúa conectado con el mundo externo, tanto por no quedar inmovilizado por los inicios de la crianza como por estar excluido en la díada madre-hijo, que se constituye así en la parte interna del triángulo vincular. Corresponde aquí señalar una diferenciación importante, el padre, parte externa, se conforma no sólo en el criterio de realidad sino que también en el contrapeso necesario para la crianza del hijo, en cuanto significa un polo de atracción hacia afuera. Esto último es necesario para la ruptura del vínculo simbiótico madre-hijo, vínculo que en sus inicios es alucinatorio, ya que en él, madre e hijo tratan de atemperar el violento y dramático corte del nacimiento.
No debemos olvidar que el parto es para los seres humanos la situación más atípica del crecimiento ya que se produce un corte irrepetible, es pasar de un estado ambiental a otro, desde la ausencia de la privación a la privación total, esto es para el hijo.
Para la madre también el proceso es atípico, ya que el embarazo la provee, durante varios meses, de la sensación de completud, a la que debe luego resignar indefectiblemente.
Esta situación rápida y por qué no, violenta, de cambio, es factor importante en la solidificación de la simsiosis. Es aquí cuando el padre, como elemento externo, va a funcionar como garantía de salud, presionando para que lo simbiótico se resuelva en una dependencia que facilite el crecimiento y que luego permita que los hijos se conviertan en adultos.
También, desde su lugar intrusivo, el hombre permitirá que la mujer se reencuentro con ella como persona. Esto último siempre y cuando la mujer posea una estructura psicológica que lo permita.
Frente a la aparición de la objetiva triangulación que se produce, las visiones masculinas y femeninas deben entrar en un juego dialéctico, que brinde la mirada estereoscópica capaz de crear una fuente de crecimiento emocional generadora de una identidad psico-sexual sólidamente afirmada. La introducción de la masculinidad en la díada hace entrar en crisis lo femenino, y por oposición dialéctica a lo masculino.
Entendiéndose aquí que la paternidad como estado no existe, inclusive desde el orden de lo legar es sólo una presunción, en tanto que la maternidad es una certeza. Esto implica que en ningún momento del desarrollo evolutivo del varón, como identidad, existe una preparación para ser padre. Tomemos en cuenta los juegos infantiles y veremos cómo las mujeres, desde niñas, son entrenadas para la maternidad. Más allá de si lo maternal es o no instintivo, no cabe duda que la sociedad en sus aspectos culturales crea en la mujer una preparación para ser madre, desde los momentos primeros de la infancia.
El varón no es entrenado para la paternidad, sí lo es para la masculinidad, si, existe un hombre que se convierte en padre a partir de gestar con conciencia un hijo, el ser padre está incluido en un proceso de crecimiento en el que tener hijos es una parte importante de todo un proyecto “existencial”.
El padre como representante del criterio de realidad sabe que él ha tenido que renunciar al “todo” (falo), sabe que su hijo también va a tener que renunciar. El mismo ha tenido que renunciar para poder constituir una pareja. Sabe que con su pene no puede retener, que no va a lograr nunca constituirlo en falo, que puede negarlo con una hiperproductividad tanto material como intelectual, como sexual, pero que alguna vez comprende que la única manera de perpetuarse es inscribiéndose en un sistema social y que es en él en el que puede depositar su ansiedad y profundo malestar que le provoca la sensación de incompletud (castración), logrando en parte resolverla, entregando sus obras y, por ende, su hijo, al sistema social, ya que él es hijo de alguien y que su hijo será padre de alguien, por tanto su apellido se continúa venciendo (mentira)a la muerte, ya que él estuvo siempre (su padre) y estará por siempre (su hijo).
Esto intenta resolver, pero sólo se puede elaborar, también con una nueva renuncia, aceptando la propia muerte.
En el proceso de embarazo de la mujer, el hombre puede elaborar parte de todo esto y requiere para poder hacerlo en el mayor grado de salud, la ayuda psicoprofiláctica.
Para leer la primera y segunda parte de este artículo ingresar a:
1- La figura del padre, no ha sido objeto de gran atención, quedando éste como un acompañante colaborador y espectador del trabajo de la mujer
2- Es frecuente en nuestro medio hablar de PAREJA EMBARAZADA, y por extensión, se dice del hombre de esta pareja que está EMBARAZADO
 

Publicado en “Actualidad Psicológica” – Periódico de Divulgación Psicológica
Edición N° 48 – Agosto de 1979

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