Reflexiones

Millonario de tiempo

No sé precisar qué fue lo que me hizo descubrir que estaba dilapidando mi fortuna temporal.
Quizás , como tantas veces, no fue una sola cosa sino la acumulación de una serie de experiencias…
Un viaje a la India con sus ritmos cadenciosos, el tomar conciencia de lo milenario de nuestras creencias, el tiempo de la meditación, el yoga.
La contemplación de la naturaleza, la sensación de infinitud al mirar un cielo estrellado, o la finitud que se siente cuando uno aprende a disfrutar de cada instante del presente.
La posibilidad de sentirse eterno, cuando uno cree en la inmortalidad del alma. Lo arbitrarios que somos cuando al sufrir sentimos el tiempo interminable , o cuando nos parece corto el tiempo del placer.
O todo eso pensado a los sesenta años y próximo a ser abuelo.
Descubrí lo mezquino que era con mi tiempo, cuando corría para pagar una cuenta en su primer vencimiento, o para conseguir el mejor lugar en el cine, o la ventanilla en el avión, o para no esperar en el restaurante, o para tomar la aerosilla en las pistas de sky…y tantos otros apurones que lo que seguro me garantizaban era un monto de ansiedad que malograban el placer de vivir con alegría cada elección.
Desde chico pensé muchas veces «cuándo había empezado todo y cuándo terminaría»: la ingenuidad infantil me hacía ignorar que esas preguntas se las hicieron todas las filosofías y religiones, con distintas respuestas.
Quizás en la experiencia de la meditación, fue donde más pude tomar conciencia, de la importancia de centrarme en el presente. Y como cada instante vivido es seguido por otro, y por otro y por otro….el tiempo vivido así, es infinito. En la experiencia de meditación se entrelazan el cuerpo y el espíritu.
El cuerpo es siempre presente y el espíritu no tiene tiempo.
El amor, resume según mis reflexiones, la experiencia humana más profunda, donde el tiempo no se pierde en el pasado ni en el futuro.
Es un presente infinito. Por eso, cuando puedo amar, soy millonario de tiempo.
Escrito y enviado por el Lic. Jorge Miguel Brusca –  Psicólogo

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