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El malestar en el ámbito del trabajo. Las lesiones en la persona del profesional – 4ta. parte

La articulación persona – rol-profesional
Estas “lesiones” aparecen en la vida de ciertos profesionales ocasionado una declinación en su capacidad para experimentar satisfacción y/o para cuidar de otros y son el resultado del agotamiento espiritual, emocional, y físico.
La clínica cotidiana nos muestra que quienes se abocan al cuidado de otros comprometiendo su compasión durante un período de tiempo pero que simultáneamente no son capaces de crear una perspectiva suficiente para tranquilizarse a sí mismos, tienden a deteriorar su calidad de vida aumentando las patologías psiquiátricas y desarrollando enfermedades somáticas.
El deterioro en la vida laboral de una persona puede tomar desde semanas hasta años antes de manifestarse.
En cualquier caso podemos reconocer una secuencia de tres momentos:
1.   Seducción por la puesta en marcha de la profesión elegida, por el camino hacia el logro de las metas e ideales.
2.   Con el pasar del tiempo comienza la adaptación a las posibilidades que ofrece el medio en detrimento de las ilusiones, empobreciéndose y dando espacio al surgimiento de síntomas, tanto físicos como psíquicos. Así se va perdiendo el entusiasmo inicial y encontrándose con el tedio en el desempeño del rol. Es el comienzo de la llamada “fatiga profesional”
3.   En el tercer momento las defensas colapsan y la enfermedad se instala, entonces las personas aceptan las frustraciones desde la resignación y el malestar como parte de lo cotidiano. Suelen retraerse o estar malhumorados casi todo su tiempo laboral. Pierden la capacidad de sentir empatía por otro, degradando su posibilidad de sentir y de cuidar.
Otros síntomas que ponen evidencia el “burn out” suelen ser:
• La creciente dificultad para la toma de decisiones
• La merma en la creatividad y en la búsqueda de nuevos recursos
• Mayores esfuerzos para lograr concentración
• Un aumento significativo de las situaciones de olvido
Estas situaciones suelen generar sentimientos de perplejidad, irritación, enojos, sensación de impotencia, llegando a aborrecer la actividad laboral.
Llegamos justamente al quiebre de la vocación, de la identidad profesional, del rol laboral, que es lo que consideramos quemado, y observamos una amplia repercusión en otras áreas de la conducta de la persona que es profesional.
Es conveniente reconocer también la presencia de diversos factores que suman a la instalación del burn out: instituciones que imponen altas sobrecargas de tarea, entornos desfavorables, horarios excesivos, falta de reconocimiento, o peor aún, excesos en las críticas de los superiores jerárquicos y de los pares. Esta sumatoria pone en riesgo tanto la integridad como el desempeño de las personas.

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