Afirman que los celos moderados son beneficiosos para la pareja
YA NO SE LOS CULPA DE GENERAR CONFLICTOS INNECESARIOS NI DE PONER EN PELIGRO UNA RELACION
Los expertos dicen que demuestran sabiduría emocional y que sirven como mecanismo de defensa y de protección. Sin embargo, los celos excesivos son fuente de desdicha y a veces de tragedias pasionales.
Parece que los celos dejaron de tener mala prensa. Ya no se los culpa de generar conflictos innecesarios ni de poner en peligro una relación. Más bien todo lo contrario. «Los celos moderados revelan sabiduría emocional y sirven como mecanismo de defensa y de protección de la pareja», aseguró María Martina Casullo, doctora en Psicología, investigadora del CONICET y profesora emérita de la Universidad de Buenos Aires. ¿Será que ahora celar un poquito equivale a piropear a la persona amada?
«No hay duda alguna que los celos excesivos llegan a ser destructivos y patológicos, pero los sentimientos moderados actúan como signos de compromiso e interés por el otro, por la pareja. Nada es tan pernicioso para una convivencia sana en pareja que la indiferencia hacia los vínculos posibles y probables que el otro/ la otra puedan llegar a fantasear», sostuvo Casullo en un texto que publicó en una revista de la UBA.
En un lenguaje menos académico, Casullo amplió a Clarín: «No hay nada peor para una pareja que a uno le importe un pepino lo que hace el otro. Por eso, sentir un poco de celos puede ser sano».
Casullo no es la única en la Argentina que le encuentra un lado provechoso a los celos. El médico psicoanalista Juan Carlos Volnovich apuntó: «Son un rasgo positivo porque están en el repertorio de afectos. En una época en la que todo importa un comino, los celos están diciendo algo».
De acuerdo a Volnovich, «hoy el gran problema es que las relaciones no dejan huella. Por eso se ve tanta tolerancia a las relaciones intrascendentes dentro de relaciones estables. Antes hasta había celos retrospectivos. Un hombre podía sentirse celoso por los otros hombres que habían estado antes que él con su mujer o por no haber sido él que la que desvirgara».
Sigue Volnovich. «En los jóvenes no hay celos al estilo tradicional de la posesión al ser amado. Las relaciones son muy lights, están muy atenuadas. A los chicos les importa tres pepinos si su pareja antes tuvo tres novios o si estuvo con tres al mismo tiempo. Ahora todo esto es aceptado, pero claro que puede ser con dolor«.
También la doctora Ana María Muchnik, coordinadora del Departamento de Familia y Pareja de la Asociación Psicoanalítica Argentina, ponderó cierto aspecto de los celos: «Son hasta casi naturales en una relación de pareja bien avenida». Y agregó: «Lo peor es la indiferencia. Son válidos y nutrientes del vínculo en sí, siempre que no se desborden».
Ahí parece estar una de las claves. Es que los celos pueden pasar de moderados a desbordarse, a ser patológicos.
«Hay celos -afirmó Muchnik- que nutren a la pareja porque se pueden razonar, compartir y hablar. Pero hay otros que la enferman: cuando el otro pasa de ser una persona a ser un objeto de persecución, sospecha y angustia de su pareja».
El psicólogo social Luis Buero coordina un taller en el hospital Tornú cuyo nombre ya lo dice todo: «Cuando los celos te carcomen. Taller de reflexión grupal sobre los celos en los vínculos cotidianos». Allí, todas las semanas se desahogan decenas de personas que por culpa de sus celos -nada mesurados- perdieron, o están a punto de hacerlo, a sus parejas. Se ven casos extremos, como gente que no quiere que sus parejas estudien, trabajen, salgan o miren «Bailando por un sueño».
Dijo Buero: «Los celos moderados son inevitables y un reclamo de atención hacia el vínculo. Pero también están los patológicos, donde se llega a la violencia verbal y física de manera constante. En los patológicos se produce el autosecuestro del celado. Para no tener conflictos, el celado deja de hacer cosas, como de trabajar o estudiar».
Pero también hay expertos que no le encuentran ningún costado positivo a los celos, sean moderados o patológicos. «En sí mismos, como estado intrínseco de desconfianza, no ayudan a vivir ni ayudan a las relaciones», dijo el psicólogo Guillermo Vilaseca, coordinador de grupos de reflexión para varones.
«Es peligroso -sostuvo Vilaseca- decir que los celos denotan cuánto la gente se quiere porque alguien que no los siente puede pensar que no ama bastante. Suena a una concepción del amor de Romeo y Julieta: amabas de verdad si sufrías«.
Según un estudio de 2004, al 82 por ciento de las argentinas les molestaba más la posibilidad de que sus parejas se enamorasen de otra persona que tuvieran un encuentro sexual ocasional. Sólo al 52 por ciento de los hombres, en cambio, contestó que les afectaba más que sus parejas se involucrasen afectivamente que tuviesen sexo con otro. Es que más allá del cambio en la concepción de los celos, algo sí parece inalterable: a las mujeres aún les afecta más el engaño emocional que el sexual.
«No hay duda alguna que los celos excesivos llegan a ser destructivos y patológicos, pero los sentimientos moderados actúan como signos de compromiso e interés por el otro, por la pareja. Nada es tan pernicioso para una convivencia sana en pareja que la indiferencia hacia los vínculos posibles y probables que el otro/ la otra puedan llegar a fantasear», sostuvo Casullo en un texto que publicó en una revista de la UBA.
En un lenguaje menos académico, Casullo amplió a Clarín: «No hay nada peor para una pareja que a uno le importe un pepino lo que hace el otro. Por eso, sentir un poco de celos puede ser sano».
Casullo no es la única en la Argentina que le encuentra un lado provechoso a los celos. El médico psicoanalista Juan Carlos Volnovich apuntó: «Son un rasgo positivo porque están en el repertorio de afectos. En una época en la que todo importa un comino, los celos están diciendo algo».
De acuerdo a Volnovich, «hoy el gran problema es que las relaciones no dejan huella. Por eso se ve tanta tolerancia a las relaciones intrascendentes dentro de relaciones estables. Antes hasta había celos retrospectivos. Un hombre podía sentirse celoso por los otros hombres que habían estado antes que él con su mujer o por no haber sido él que la que desvirgara».
Sigue Volnovich. «En los jóvenes no hay celos al estilo tradicional de la posesión al ser amado. Las relaciones son muy lights, están muy atenuadas. A los chicos les importa tres pepinos si su pareja antes tuvo tres novios o si estuvo con tres al mismo tiempo. Ahora todo esto es aceptado, pero claro que puede ser con dolor«.
También la doctora Ana María Muchnik, coordinadora del Departamento de Familia y Pareja de la Asociación Psicoanalítica Argentina, ponderó cierto aspecto de los celos: «Son hasta casi naturales en una relación de pareja bien avenida». Y agregó: «Lo peor es la indiferencia. Son válidos y nutrientes del vínculo en sí, siempre que no se desborden».
Ahí parece estar una de las claves. Es que los celos pueden pasar de moderados a desbordarse, a ser patológicos.
«Hay celos -afirmó Muchnik- que nutren a la pareja porque se pueden razonar, compartir y hablar. Pero hay otros que la enferman: cuando el otro pasa de ser una persona a ser un objeto de persecución, sospecha y angustia de su pareja».
El psicólogo social Luis Buero coordina un taller en el hospital Tornú cuyo nombre ya lo dice todo: «Cuando los celos te carcomen. Taller de reflexión grupal sobre los celos en los vínculos cotidianos». Allí, todas las semanas se desahogan decenas de personas que por culpa de sus celos -nada mesurados- perdieron, o están a punto de hacerlo, a sus parejas. Se ven casos extremos, como gente que no quiere que sus parejas estudien, trabajen, salgan o miren «Bailando por un sueño».
Dijo Buero: «Los celos moderados son inevitables y un reclamo de atención hacia el vínculo. Pero también están los patológicos, donde se llega a la violencia verbal y física de manera constante. En los patológicos se produce el autosecuestro del celado. Para no tener conflictos, el celado deja de hacer cosas, como de trabajar o estudiar».
Pero también hay expertos que no le encuentran ningún costado positivo a los celos, sean moderados o patológicos. «En sí mismos, como estado intrínseco de desconfianza, no ayudan a vivir ni ayudan a las relaciones», dijo el psicólogo Guillermo Vilaseca, coordinador de grupos de reflexión para varones.
«Es peligroso -sostuvo Vilaseca- decir que los celos denotan cuánto la gente se quiere porque alguien que no los siente puede pensar que no ama bastante. Suena a una concepción del amor de Romeo y Julieta: amabas de verdad si sufrías«.
Según un estudio de 2004, al 82 por ciento de las argentinas les molestaba más la posibilidad de que sus parejas se enamorasen de otra persona que tuvieran un encuentro sexual ocasional. Sólo al 52 por ciento de los hombres, en cambio, contestó que les afectaba más que sus parejas se involucrasen afectivamente que tuviesen sexo con otro. Es que más allá del cambio en la concepción de los celos, algo sí parece inalterable: a las mujeres aún les afecta más el engaño emocional que el sexual.
En cifras
82 por ciento de las mujeres contestó que les molesta más el engaño emocional que el sexual, según una encuesta de 2004.
Desconfianzas y engaños en la era de la tecnología
La tecnología facilita cada vez más los encuentros furtivos. Tiene, sin embargo, una contra: deja huellas. Por eso, mucha gente se desvive por descifrar la clave de la casilla de correo electrónico de su pareja o acceder al registro de chats y a los mensajes de textos que sus maridos o esposas envían y reciben.
De acuerdo a estimaciones de agencias de detectives locales, los e-mails y los mensajes de texto son el vehículo de hasta el 60 por ciento de las infidelidades. Los abogados que se especializan en derecho de familia también tienen detectado este fenómeno. «En los últimos dos años aumentaron hasta un 50 por ciento los casos de personas que se enteran que son engañadas revisando mails y mensajes», dijo la abogada Viviana Koffman. La abogada Haydee Birgin apuntó: «Al menos 6 de cada 10 juicios de divorcio nacen de mails o SMS que se descubren».
Una encuesta hecha en Inglaterra reveló que el 72 por ciento de las casadas revisaría sin culpas el celular de su marido.
Fuente: Clarín
De acuerdo a estimaciones de agencias de detectives locales, los e-mails y los mensajes de texto son el vehículo de hasta el 60 por ciento de las infidelidades. Los abogados que se especializan en derecho de familia también tienen detectado este fenómeno. «En los últimos dos años aumentaron hasta un 50 por ciento los casos de personas que se enteran que son engañadas revisando mails y mensajes», dijo la abogada Viviana Koffman. La abogada Haydee Birgin apuntó: «Al menos 6 de cada 10 juicios de divorcio nacen de mails o SMS que se descubren».
Una encuesta hecha en Inglaterra reveló que el 72 por ciento de las casadas revisaría sin culpas el celular de su marido.
Fuente: Clarín
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