Araoz y la Verdad: ¿Cómo soportar que los ídolos sean personas como yo?
Una obra que me abrió a múltiples interrogantes con una exquisita sensibilidad.
Gracias a todos los que han hecho posible esta puesta que es una oportunidad en todos los sentidos.
Comparto algunas de las lineas de reflexión como modo de continuar el diálogo.
¿De qué me disfrazo? ¿Qué personaje encarno en cada situación de la vida?
¿Con qué personaje del otro me encuentro en los vínculos que establezco en cada circunstancia?
¿Cómo soporto que los ídolos sean personas como yo?
¿Qué acontecimientos me dieron y me dan la entrada a la dimensión de los adultos?
Una obra a lo largo de la cual, los personajes se van re-presentando desde diferentes metáforas que aluden a aspectos de sí mismos y sus circunstancias, que los va llevando a una versión de cada uno que los aproxima a aspectos íntimos del vínculo entre dos varones.
Las caretas/máscaras que van cayendo llevan a incorporar nuevos condimentos, matices, sesgos, habilitando el acceso a verdades que posibilitan zonas de intimidad de gran intensidad que matizan los niveles de encuentro que construyen esos dos hombres.
En el devenir de este vínculo entre varones está concentrado el proceso de elaboración de la relación hijo/padre, padre/hijo a lo largo de la vida.
Desde la escena donde el hijo relata las enseñanzas del padre (que corresponden a los momentos donde lo vio apasionado transmitiéndole un hacer – jugar a la pelota – hacer que se constituye en un enlace positivo posible con un padre difícil) donde surgen las identificaciones posibles con ese padre, vemos como también se estructura un paradigma que genera ceguera y que va obturando el develamiento del enigma -hilo conductor de la obra- (evidente a los ojos de todos aunque nadie lo puede ver); hasta las escenas donde surge la adopción de otros referentes, la construcción de un ídolo que encarna lo valorado –y también lo rechazado- , la competencia, la rivalidad, la impotencia, van pintando el estilo de un vínculo contradictorio -donde la violencia hace estragos- y la búsqueda de otros referentes que habiliten la admiración de un ídolo, reaparece justamente en aquello que el padre venera: la habilidad en el football.
Por un camino rico en experiencias vitales intensas, Aráoz y la verdad concluye aproximándonos a la idea de que, si bien cuando caen los ídolos todos podemos sentirnos huérfanos, es en el encuentro con el otro donde podemos descubrir la fuerza y la potencia de la amistad y la fraternidad.
Siguen y brotan preguntas y reflexiones que iremos compartiendo como:
- ¿Qué paradigmas construyo en el vínculo con mi padre, mi madre y los referentes significativos de mi infancia?
- ¿Qué me permiten ver estos paradigmas y qué queda en la zona de ceguera donde no se qué es lo que no se?
- ¿Qué renacimiento experimento cada vez que se revela una nueva versión de los hechos que me interrogan?
- ¿Qué interrogantes incentivan mi devenir por la vida?
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Hola,
Leí este libro y me gustó mucho. Pero tengo la duda de que no haya entendido la última frase del libro en que dicen «Que bajo el agua» y Aráoz termina diciendo «Parece que sí». No sé si hace referencia a algo que pasó anteriormente en el libro, o si simplemente no lo estoy entendiendo. Podrías explicarmelo? Gracias!