Varones

Y los padrastros también…

Los destinos del amor en las familias ensambladas. Los míos, los tuyos, y los nuestros
En la medida en que el matrimonio ha dejado de ser un contrato “para toda la vida”, nos encontramos con nuevas articulaciones vinculares derivadas de las particulares maneras que cada pareja genera en su segunda, tercera, o enésima vuelta.
A veces para ambos es la segunda vez; otros son casos mixtos en los que alguien hace su primera vez con otro que ya se ha jugado en un primer intento; y también nos encontramos con quienes se encuentran después de varias experiencias.
Si bien cualquiera que haya imaginado que encontrarse es estar de a dos “solitos”, a poco de andar habrá corroborado que todos venimos acompañados de múltiples personajes: padres, hermanos, tíos, abuelos, amigos, que en el mejor de los casos acompañan y ayudan a crecer, y en otros hacen difícil la vida cotidiana con sus sobre exigencias, censuras, exceso o falta de limites, etc.
En el caso de las familias ensambladas aparecen otros protagonistas en escena: los hijos/as de él/ella, y tras bambalinas la/el ex, que, justamente, es el padre/madre de los hijos/as de él/ella.
Pero el amor, la pasión, y la esperanza, son un elixir maravilloso a la hora de entrar en ésta red vincular donde se intensifican todos los sentimientos humanos.
Quienes han sabido capitalizar su experiencia en la nueva elección pueden ajustar más sus expectativas e inventar un poco menos a quien tienen de compañero, reconociendo que el otro no vino al mundo sólo para satisfacer sus deseos sino que tiene su propio proyecto; así como también la oportunidad de compartir y pasar momentos gratos juntos, lo que suele facilitar el vínculo. Pero el desafío que les depara la vida es sin dudarlo “la relación con los hijos de mi pareja”.
El vinculo entre padres/madres e hijas/os es un universo lleno de intensidades y con una historia “de toda la vida” para los hijos/as. La relación de la nueva pareja suele estar cargada también de grandes intensidades, con lo que nos encontramos con campos de fuerzas potentes que en el mejor de los casos logran apostar a un futuro mejor para todos, aunque a veces puedan saltar algunas chispas y no pocos tirones. Este suele ser el talón de Aquiles en estos vínculos, y es por ello que es una buena idea tomarse el trabajo de reflexionar y no accionar compulsivamente o solo con “buenas intenciones”.
Sin ánimo de intranquilizar retomo una idea que siempre me gusta subrayar: “La vida se escribe en el cuaderno borrador y no hay tiempo para pasarla al cuaderno de clase”, o sea, no hay recetas. De allí la importancia de los grupos de reflexión en tanto espacios de diálogo con pares con quienes compartir experiencias, acompañarse, e inventar alternativas a la medida de cada uno. Así como para salir a la cancha o a una pasarela hay que hacer mucha gimnasia y precalentar, cosa de no esguinzarnos; no es menor el precalentamiento para entrar en la escena de la Neo-Familia y apropiarnos de la creatividad, siendo fieles a nosotros mismos como para “tener cintura” frente a los conflictos, “estar en estado” ante las frustraciones, “estar en contacto con los propios deseos” cosechando los logros, y “estar dispuesto a reconocer al otro como diferente y aprender de él”, incorporando cosas que ni imaginamos transitar.
Algunas de las inquietudes frecuentes de los hijos en estas circunstancias son: ¿Ahora cuál es mi casa? ; ¿Quién es responsable de mí? ; ¿Cuáles son los miembros de mi familia? ; ¿Si me siento bien con él o ella estoy siendo injusto o traicionando a mi padre/madre? ; ¿A quién tengo que querer? ; ¿A dónde pertenezco? ; ¿Con quién corresponde que pase mi tiempo?
Como los vínculos se construyen, es necesario darle tiempo al tiempo. No podremos responder a estas inquietudes de una vez, sino que será en el transcurso del día a día donde podremos forjar relaciones de respeto mutuo.
Así estaremos en condiciones de aspirar a conformar una red de sustento emocional y material; lo que no implica que esté exenta de antagonismos y conflictos, ni que no sea un campo fértil para que el amor florezca.
Lic. Guillermo A. Vilaseca

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