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Las mismas cosas que antes lo habían atormentado se convirtieron en aquellas que le aportaban sabiduría

El mito de Orestes.
…Todo cuando estoy diciendo aquí sobre la relación de la gracia y la enfermedad mental está hermosamente represen­tado en el antiguo mito griego de Orestes y las Furias.(1) Orestes era nieto de Atreo, un hombre que inicuamente trató de ser más poderoso que los dioses. A causa del crimen cometido con­tra ellos, los dioses castigaron a Atreo con una maldición que alcanzaría a todos sus descendientes. Esta maldición se cumple en la casa de Atreo cuando Clitemnestra, la madre de Orestes, da muerte a Agamenón, su marido y padre de Orestes. Este crimen extiende la maldición sobre la cabeza de Orestes porque, a causa del código de honor griego, un hijo estaba obli­gado sobre todas las cosas a dar muerte al asesino de su padre. Pero el máximo pecado que un griego podía cometer era el pe­cado de matricidio. Orestes se debatía en ese dilema. Por fin hizo lo que aparentemente debía hacer y dio muerte a su madre. Por ese pecado los dioses castigaron luego a Orestes enviándole a las Furias, tres espectrales y horribles figuras que sólo él podía ver y oír que lo atormentaban día y noche con sus aviesas observaciones y su aterradora apariencia.
Perseguido por las Furias, cualquiera fuera el lugar a que se dirigiera, Orestes iba recorriendo el país tratando de expiar su crimen. Después de muchos años de solitaria reflexión y penurias, Orestes rogó a los dioses que levantaran la maldición de la casa de Atreo y que cesaran de atormentarlo las Furias, pues creía que ya había expiado el crimen de haber dado muer­te a su madre. Los dioses fueron convocados al juicio de Orestes. Apolo, que hablaba en defensa de Orestes, explicó que él mismo había dispuesto aquella situación, de tal manera que a Orestes no le quedaba más remedio que dar muerte a su madre; por lo tanto, no podía ser considerado realmente responsable del crimen. Entonces Orestes saltó de su asiento y contradijo a su defensor con estas palabras: «Fui yo, no Apolo, el que mató a mi madre». Los dioses quedaron admirados. Nunca antes un miembro de la casa de Atreo había asumido semejante res­ponsabilidad sin echar las culpas a los dioses. Los dioses se pronunciaron en favor de Orestes y no solo levantaron la mal­dición de la casa de Atreo sino que también transformaron a las Furias en las Euménides, espíritus amables que en virtud de sus sabios consejos permitieron que Orestes continuara en su buena fortuna.
La significación de este mito no es oscura. Las Euménides, o las «Benignas», se llaman también las «portadoras de la gracia». Las Furias de la alucinación, que sólo podían ser percibidas por Orestes, representan los síntomas de éste, el infierno de su enfermedad mental. La transformación de las Furias en las Euménides es la transformación de la enfermedad mental en un buen estado saludable. Esta transformación ocurrió porque Orestes estaba dispuesto a aceptar la responsabilidad de su enfermedad mental. Si bien trataba de librarse de las Furias, Orestes no las veía como un castigo injusto , ni él mismo se con­sideraba una víctima de la sociedad o de los dioses. Como eran el inevitable resultado de la maldición original echada sobre la casa de Atreo, las Furias también simbolizan el hecho de que la enfermedad mental es un asunto de familia pues los pecados de los padres y de los abuelos recaen sobre los hijos. Pero Orestes no echó la culpa a su a su familia -a sus padres o a su abuelo- como muy bien podría haber hecho. Tampoco culpó a los dioses o al «destino». Aceptó, en cambio, su dolencia como algo debido a él mismo e hizo el esfuerzo de curarla. La curación fue un largo proceso, como suele ser casi toda terapia. Pero el resultado fue la curación y, en virtud de ese proceso curativo debido a su propio esfuerzo, las mismas cosas que antes lo habían atormen­tado se convirtieron en aquellas que le aportaban sabiduría.
(1) Hay varias versiones distintas de este mito que presentan sustanciales diferencias entre si. Ninguna es la versión correcta. La que presentamos aquí está tomada en su mayor parte de Edith Hamilton, Mythology. Nueva York, (Mentor Books New American Library) 1958. Fui llevado a considerar este mito por el empleo que hacen de él Rollo May en su libro Amor y voluntad y T.S. Fllot en su pieza Reunión de Familia.
Scott Peck, The road less travelled, Cap.Grace and Mental Illness, the myth of Orestes

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