Bullying: El poder de la amistad vs. las relaciones de dominio
Bullying, ¿epidemia silenciosa?.
Sí, el bullying es una epidemia silenciosa que se observa no solamente en los institutos educativos, sino también en las vínculos familiares, fraternales, de pareja y en las relaciones laborales.
En primer lugar considero importante diferenciar el término violencia del llamado “bullying”. La palabra bullying proviene del inglés bull que significa: toro.
Bullying es embestir, agraviar, acosar. O sea que en el bullying hay un acosador y un acosado que ofende y hiere al otro en el sentimiento de la propia dignidad.
La violencia ejercida en el bullying traumatiza al Yo del violentado que puede llevar a una irreversible desestructuración de la identidad , terminando, en casos extremos, en el suicidio.
El sentimiento de la angustia de desesperación que acompaña al bullying suele ser comandado no tanto por la culpa sino por el sentimiento de una intolerable vergüenza. Y la persona acosada suele silenciar su humillación y su vejación psíquica sofocando e inhibiendo su situación traumática en un herrumbrado laberinto sin salida.
Esta violencia de agravios y de intimidaciones recurrentes suele ser generadora de las memorias repetitivas del pavor y del rencor que impiden procesar el olvido y el perdón. Una consecuencia de esto es que permane afectada la persona humillada y resentida con duelos congelados que requieren de un laborioso y detallado trabajo de elaboración psíquica.
El Bullying es un fenómeno de alta complejidad en el que intervienen múltiples disciplinas. Para contribuir a su abordaje desde una lectura psicoanalítica me focalizaré en este espacio en dos temas, que a su vez interactúan entre sí: el lugar de la amistad en la adolescencia y el poder de las comparaciones.
Las comparaciones pueden operar como un estímulo o como un obstáculo. El saber popular dice que todas las comparaciones son odiosas, aunque algunas son más odiosas que otras. Hay, sin embargo, comparaciones que no son odiosas y que, al contrario, resultan necesarias. Resulta importante diferenciar las comparaciones estructurantes de las patogénicas. Estas últimas se originan en la vulnerabilidad –encubierta– de un acosador que porta una identidad que ha sido insuficientemente consolidada y que además se sostiene con precariedad y con agresión, a partir de la construcción de un Otro al que se lo ubica en el lugar de un rival peligroso, del cual hay que salvarse.
Este Otro es combatido mediante la denigración y triunfo; la idealización y sometimiento; la ofensa y contraataque; el control omnipotente y sofocación obsesiva o la seducción y retaliación. Estas comparaciones patogénicas originan traumas lacerantes en el acosado.
El poder de la amistad es primordial. La amistad cumple una función fundamental en todas las etapas de la vida pero fundamentalmente durante la adolescencia y, mucho después, en la senescencia.
La amistad hace posible desasirse del abuso del poder vertical y de las relaciones de dominio ejercidos por los padres o, en el caso de la senescencia, por los hijos. En la amistad prevalecen los vínculos de ternura y de correspondencia, que establecen lazos particularmente fijos entre los seres humanos.
La amistad es lo contrario a la no consideración del Otro, a negarle su existencia, a su nadificación, a la omisión de su presencia, como acontece precisamente en el acoso escolar.
Dardo Scavino, en “La amistad versus el poder”, pone en evidencia la función social que puede ejercer la amistad para contrarrestar el poder “panóptico” detentado por los amos que intentan negar y suprimir la solidaridad y la cooperación entre los miembros de una sociedad.
En cambio, en el bullying el otro, deviene precisamente en lo contrario: ocupa el sitio de un enemigo acérrimo, investido en el lugar de la víctima, sobre el cual se deflexiona la crueldad y el sadismo, mediante el ejercicio de relaciones de dominio y el despliegue de diversas comparaciones patogénicas.
Escrito por Luid Kancyper es psicoanalista, Miembro Titular de APA. Publicado en C L A R I N 14-06-15