Varones: Perspectivas en la atención de sus padecimientos
Realizado para las Jornadas Científicas en Homenaje a Isabel Calvo, «Del padecimiento a la Creatividad». 6, 7, 8 de Noviembre de 1997. Sede: Auditorium Inmaculada Concepción.
Pensar el padecimiento de los varones implica poder reconocer su sufrimiento, ver su dolor, sensibilizarse con su padecimiento, sin que por ello nos confundamos y consideremos que tendríamos que salvarlos. Ni víctimas, ni victimarios, ni culpables , ni inocentes, actores sociales, personas, sujetos.
Tenemos presente que hay un proceso de adjudicación de roles que es paralelo a otro de asunción de los mismos que contribuye a la construcción del particular posicionamiento que cada varón logra construir en su vida cotidiana.
Ahora bien, gran parte del malestar de las masculinidades no está convalidado a nivel sociocultural por las pautas de normalidad estipuladas, tácita y explícitamente, para los varones.
Para comenzar podemos rastrear estos criterios en algunos refranes o dichos populares: «A golpes se hacen los hombres»; «Morir con las botas puestas»; «Los hombres no lloran» y los ideales de Superman, John Wayne, etc..
Estas pinceladas me llevan a imaginar un ser creyente en el poderío de la razón para manejar la vida toda, incluso los sentimientos, al que le cuesta admitir sus dificultades en los vínculos afectivos y destinar tiempo para reconocer el devenir de sus propias emociones. Convencido de que: «querer es poder» y » el tiempo es oro», difícilmente pueda percibir sus crisis, admitirlas y pedir ayuda tanto profesional como a familiares y/o amigos.
Investigar sobre las masculinidades y crear una especialidad dedicada al estudio de las conductas de los varones ha facilitado la posibilidad de consultar.
Tanto en los grupos terapéuticos como en las consultas individuales la población con que hoy trabajo es predominantemente masculina. Esta tendencia, que por momentos me producía asombro y curiosidad, cobró un sentido posible al entrevistar por primera vez a un contador de 35 años padre de dos chicos . Comenzó el encuentro diciendo: «Dudé mucho en pedir la entrevista, después pensé que si necesitara un médico para mi hijo recurriría a un pediatra y por lo tanto, para mi, necesito un especialista en hombres».
Si bien esta seria una circunstancia facilitadora, la mayoría de los varones llegan derivados por médicos, jueces, abogados, contadores, dentistas, familiares, amigos, etc..
Los médicos sensibilizados con este tipo de problemáticas pueden indicar la necesidad de psicoterapia en vez de someterlos exclusivamente a la maquinaria del sistema actual de salud que, en muchos casos, si bien escucha al dolor, generalmente los aleja del origen de su padecimiento.
Esto se podría relacionar con el dicho » los varones cuando están enfermos son terribles». Podríamos pensar que la demanda es de una atención que no tiene que ver con el problema orgánico solamente. Sin dudarlo también el sentirse dependiente es rechazado por quienes han encontrado su posicionamiento vital desde alguna versión del «proveedor». Se acostumbran y convencen a su entorno de que ellos son los que dan, padeciendo dificultades para recibir.
Una mirada crítica sobre el lugar del varón y la mujer en la vida cotidiana es guía por excelencia para hacer una lectura de sus discursos que no nos deje atrapados en modelos de conducta que son disfuncionales en la época actual. Todos nosotros varones y mujeres contemporáneos sólo podremos cambiar de mirada en tanto trabajemos estos temas en nosotros mismos y podamos así ampliar nuestros criterios. Este sería el eje tanto en el trabajo individual como en los grupos terapéuticos mixtos.
Así, la co-coordinación con parejas terapéuticas heterosexuales se constituye en una oportunidad, tanto en la optimización de la tarea como en el aprendizaje mutuo.
Los «grupos de reflexión de varones» son una propuesta con la que vengo trabajando hace mas de diez años. En un principio co-coordinábamos con David Szyniak jornadas y ciclos de cuatro a ocho reuniones. En los últimos seis años coordino grupos estables en forma sistemática y continua. El dispositivo además del cambio de mirada pone el acento en ciertas cuestiones observadas en los grupos espontáneos.
El objetivo es generar condiciones de seguridad psicológicas para facilitar un clima donde puedan surgir otros temas que no sean el deporte, la política, el trabajo, el arte, las mujeres, etc. abordados desde generalizaciones y teorizaciones que los alejan de su protagonismo.
En sus relaciones laborales, los varones trabajan con otros, pero es infrecuente que establezcan vínculos de amistad. Quienes acceden a una cierta relación de proximidad, lo hacen a lo sumo con una persona. Raramente se cuenta con un espacio grupal donde poder intercambiar, sostener un vínculo dialógico.
Crear un marco donde surja el dialogo de cada uno con los otros y también consigo mismo es central.
Es conveniente estar atentos tanto al surgimiento de la chicana como del consejo.
En las primeras experiencias comprobé que cuando alguien manifiesta un problema o una dificultad es difícil escucharlo y tolerar la ansiedad que provoca. Lo primero que aparece es la burla. Todos se ríen distanciándose y evitando sintonizarse con ese conflicto. Así se resuelve el riesgo de contagio y quien se sincera queda en el lugar del excluido. Como bautismo de fuego esta modalidad evoca aquel refrán: «a golpes se hacen los hombres». Así los varones no cuentan nada de lo que les pasa y se aguantan sin manifestar sus dolores o padecimientos.
La otra cuestión es que cada uno soporte la tensión que le genere escuchar y contenga la tendencia a «dar la solución», aconsejar. También es una situación difícil, el que muestra, puede transformarse en una especie de tonto al que no se le ocurrió la respuesta adecuada.
Así, cuando hoy convoco a un grupo de varones, me ocupo de poner en juego reglas de interacción que faciliten generar un clima donde a partir de que alguien vuelque lo que le pasa, los demás se dispongan a resonar.
Tengamos en cuenta que acceder al ámbito de la intimidad no aparece connotado positivamente. Requiere conectarse con aspectos postergados que aparecen como desconocidos. Surgen dificultades, contradicciones y angustias que adquieren un perfil particular en cada varón.
La venta de una imagen exitosa y potente, la urgencia que captura todos los proyectos, son moneda corriente en la vida cotidiana de los varones. Esto inhibe el contacto consigo mismo y el encuentro con el otro.
La riqueza e importancia de pensarse a sí mismo, la posibilidad de una relación de encuentro con los otros y el placer de conectarse con la propia afectividad sólo es descubierta después de haber iniciado el camino. Antes, el sentido de una reflexión de esta naturaleza no surge con claridad; sólo aparecen vivencias de crisis y/o sentimientos de curiosidad.
Como dijimos, en los grupos espontáneos, la competencia, ya sea a través de la ironía o de la broma, suele constituirse en obstáculo para el encuentro. Tener esto en cuenta en la coordinación de grupos de varones es fundamental, ya que de lo contrario se hace difícil abrir una zona de sensibilidad, en cada uno, que lleve a una experiencia de intimidad y sinceramiento gratificante y fecundo. La apertura de esta zona, la sensación de sentirse sostenido y la confianza en el otro ofrecen la posibilidad de un vínculo dialógico poco frecuente en la vida cotidiana, donde escuchar y ser escuchado es sinónimo de riesgo.
Entre varones surgen las intensidades de la energía masculina. El lugar que ocupa la amistad y la intimidad. Los temores a la homosexualidad como obturadores del encuentro. El reconocimiento de la propia sensibilidad. Las confusiones entre sensibilidad y blandura, firmeza y dureza. Las posibilidades y los límite de la confianza. El dolor de aguantar solo. El imperativo de sostenerse sin una lágrima. Las exigencias. Los ideales heroicos que rigen cada una de las acciones de la vida. La dificultad para reconocer las propias necesidades. Los imperativos de proveer a las necesidades de otros, tanto material, afectiva o sexualmente. Los resentimientos. Las restricciones de la capacidad de vivir, amar y alegrarse. Las peculiaridades en el vínculo con los varones significativos de su vida: padre, abuelos, hijos, tíos, sobrinos, maestros, etc.. El trabajo; la familia; el dinero; la salud; el dolor; el cuerpo; la fuerza; la valentía; la mujer, la rivalidad, la competencia, el amor . Las posibilidades de nutrirse y sostenerse entre varones.
El psicodrama en este sentido ofrece un instrumento y una perspectiva de suma utilidad. Partiendo de la improvisación de escenas de la vida cotidiana e investigando las maneras en que cada uno se sitúa en las particulares circunstancias de su vida abrimos a la multiplicidad de roles que cada uno puede desempeñar.
En este marco dialógico., las lecturas, el análisis de películas, novelas y obras artísticas, literarias, teatrales, etc. aportan materiales muy ricos para pensar desde un razonamiento que no esté divorciado de la emoción.
El juego de roles también es útil en el proceso que implica tomar contacto con la vida emocional, aprender a reconocer y «sostener sin tener que aguantar» las propias sensaciones.
En este sentido quiero subrayar un tema: el alto nivel de medicación con que muchos varones llegan a la consulta. En la mayoría de los casos esta al servicio de anestesiar la eclosión de emociones cuya percepción genera sensaciones de caos. Esta negación al reconocimiento de las propias problemáticas también lleva a resolver los conflictos afectivos a través de accidentes.
Anécdota de la vida cotidiana profesional:
M. Por teléfono- Te va a llamar P… yo atiendo a la madre. Tuve una entrevista con él. Cumplió 25 años, está pasando por un momento de crisis y tiene una gran desconfianza a la psicología y a los psicólogos. Expresa un profundo rechazo a alguien que le proponga un diálogo desde códigos distintos de los que l maneja.
P. en su primera entrevista se muestra como un varón asimilado al modelo de proveedor (de su madre, novia, amigos, compañeros, etc.) Ha logrado triunfar «desde la nada» con empeño, voluntad, esfuerzo y tesón. Ha conseguido mucho de lo que se propuso. No entiende la ruptura con su novia después de siete años de relación y dos de convivencia (de los 18 a los 25 ). Ni la muerte de uno de sus amigos íntimos. Dice: -» Eramos seis, fue el primero en ganar guita grande, entró en la joda fuerte, embaraza a la novia de hacía unos meses, se iba a casar aunque no quería y dos días antes se estrelló a 160 con la moto. Me quedó la sensación de no haberle dicho lo que me parecía . No lo pude ayudar, nos cuesta hablar de eso en el grupo.»
Lic. Guillermo A. Vilaseca
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