El fenómeno de "EL POTRO"…
…O de cómo ser un macho y morir en el intento
Cuando escuche y vi la noticia del accidente y muerte de El Potro Rodrigo, lo primero que vino a mi mente, fue la muerte de Olmedo y de Monzón.
Porque este joven de 27 años se mata así, de este modo tan inútil…???, tonto ????.aparece el interrogante de cómo calificar, adjetivar, una muerte..creo de fútil seria la palabra mas adecuada …quisiera introducir unas pocas y muy sucintas reflexiones.
No se es varón o mujer en términos de lo genérico, de modo innato o natural. Ser varón o mujer, masculino o femenino son conductas aprendidas e impuestas por la cultura. Somos producto de la cultura que internalizada en cada uno de nosotros define al macho como masculino y la hembra como femenina, y además la cultura predetermina que esta ultima debe estar subordinada al primero. Así la biología no es suficiente para definir la masculinidad ni la feminidad, lo cual explica, en parte, la existencia de la homosexualidad en varones y mujeres.
Ahora bien esta construcción de lo masculino y lo femenino, se ha desarrollado a lo largo de miles de años, de modo tal que lo biológico y lo cultural, se han entrelazado dando origen a una supuesta “naturaleza”, que oscurece la razón y la lógica hasta tornar indistinguible los orígenes de la misma, sus modos de producción y la multiplicidad de factores que la mantienen como tal. Así, hoy, la “naturaleza” del varón, su modo de ser en el mundo, sostenido en una supuesta condición “genética” legitima la desigualdad, la violencia y el prejuicio del mismo hacia los demás. Se dice, entonces: el macho es naturalmente propenso a la violencia. A los excesos. Lo cual no es cierto, lo masculino no pertenece al orden de lo biológico, sino al orden de la cultura.
De este modo lo asignado como masculino, varón, es un largo y trabajoso proceso de identificaciones en el seno de la subjetividad del sujeto humano. A través de una estricta normativa genérica la cultura impone que el ser humano macho debe ser masculino, esta normativa genérica dice cuales son las normas y las reglas que deben cumplir los sujetos para ser considerados masculinos, o sea, la asunción del rol que la sociedad espera de el.
Pero, asumir, adquirir esta identidad, mas especialmente la masculina que la femenina, disminuye las posibilidades del universo de conductas posibles. A modo de ejemplo, son mas toleradas las conductas “varoneras” de las niñas, que las conductas “aniñadas” en los varones. Y sino que cada padre, que lee esto, se lo pregunte con una mano en el corazón, si soportaría sin mengua a su identidad masculina que su hijo varón juegue con muñecas, y que no necesita estoicismo cuando su niñita juega al fútbol con los amigos de su hermanito. Así al varón, decíamos se le recortan el universo de conductas posibles, se desarrollaran unas en detrimento de otras. Su consecuencia será que los hombres no lloran ni se muestran débiles o necesitados de protección, afecto, y ternura. Estas necesidades son privilegio de las mujeres.
Ser un hombre en esta cultura patriarcal es poder, tener, saber, ser importante y confiado de si mismo. Debe sobresalir en las conquistas exitosas, pero muy especialmente en el campo de la sexualidad. Allí es donde más debe poner el acento, para mostrar al otro, y mostrarse a sí mismo como masculino. A esto responde el famoso: “Sempre avanti, sempre listo”. Siempre preparado sin mengua para las hazañas sexuales mas arduas y trabajosas, porque el despliegue muscular es las herramienta mas idónea para la conquista sexual. Mostrar el privilegiado cuerpo que la naturaleza le doto. Preferentemente en un escenario mediático, cuantos mas lo vean, mas macho será.
Pero,….entre lo idealizado y las posibilidades reales hay diferencias y distancias. Estas diferencias generaran tensión en el seno del psiquismo del sujeto varón.
A su vez, esta tensión entre lo real y lo idealizado es vivida como ataque a la identidad masculina. ¿Cómo resolverlo?, con mas despliegue muscular y sexual, mayor desparpajo aun. De esta manera la inseguridad es transformada en prepotencia, y su consecuencia mayor, será expresada en la violencia concreta, que puede ser puesta en acto al manejo de un volante de una 4 x 4.
Mas impulsividad, mayor sexualización de los vínculos, hasta quedar entrampado en un alias. “El potro”, ser un potro significante recargado de lo simbolizado en la virilidad. Y así en una vorágine infinita, para asegurar el reconocimiento del otro, del lugar del “potro”, mayor impulsividad, mas velocidad, mas violencia.
Semejante gasto de energía generara indefectiblemente patología: las caracteropatias, las muertes súbitas, los accidentes y el ejercicio de la violencia. A su vez, la cultura pone en funcionamiento sus mecanismos continuadores , reafirmadores y sostenedores de lo culturalmente aceptado. Los medios amarillistas no son otra cosa, no es casualidad la presencia siempre primeros en los hechos mas luctuosos, siempre hay que estar primero dice la pantalla de TV.
Los varones involucrados en este tipo de conductas descriptas arriba, aparecen a los ojos de la sociedad como fuertemente determinados por este ideal de masculinidad. Así, se les adjudican fantaseadas potencias sexuales hiperdesarrolladas, “sempre listas”, “sempre avanti”; se les adjudican así, capacidades amatorias imposibles de igualar. Monzón, Olmedo con su desparpajo, diciéndonos constantemente que puede burlarse de la homosexualidad pues el esta siempre seguro de su potencia viril, con lo cual nos confirma su masculinidad.
Una autopista…. dos camionetas lanzadas a mas de 120 kilómetros…. dos conductores miden su potencia. Se agreden, uno le tira el automotor al otro, en un intento de mostrar quien es mas macho Como en la calle polvorienta de un pueblo del Farwest, uno caerá. Esta vez será en el pavimento de la autopista la caída. Esta vez le toco a Rodrigo. Como Monzón, como Olmedo, el precio de la virilidad es muy alto.
No creo que valga la pena, yo… paso. Gracias, mis hijos, mi esposa, mi familia me esperan, todos los días.
Lic. Victor Kurcbard, Psicólogo
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