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Cuando Edipo creció, lectura Recomendada


Cuando Edipo Creció.
Escrito por Daniel becker. Traducido del hebreo por Florinda F. Goldberg.
Ed. Libros del zorzal.
 
A continuación, les dejo una síntesis realizada por Pablo Waisberg
Hola a todos…!
Por si les interesa…..del reciente libro de Daniel Becker, «Cuando Edipo creció», transcribo algunas pocos párrafos de su último capítulo, que me parecen especialmente claves como para ayudar a disparar reflexiones interesantes. El capítulo se titula: «Va a ser la mejor mitad de tu vida. Cómo prepararte para aprovecharla lo mejor posible».
01. Según Levinson, en cada uno de nosotros conviven rasgos del joven y del viejo, de lo femenino y lo masculino, del constructivo y del destructor, del solidario y el solitario. Él destaca que en la edad adulta temprana, la elección de una conducta acorde con uno de esos extremos resulta muy funcional, pero en cambio, con los años, ello se va haciendo menos importante. En la segunda mitad de la vida debes estar dispuesto a aceptar que, en casi todos los aspectos, eres esto y también aquello, y aprender a vivir con lo uno y con lo otro. Ésta es la tragedia de la existencia: vivir la tensión, desgarrarse entre dos deseos o entre dos sueños totalmente opuestos y aceptar que ello no tiene solución.
02. Para esto viene a cuento el dicho de Rabí Zusha de Anipoli: «No me preocupa que en el otro mundo me pregunten por qué no fui Moisés, el Maestro, y yo no sepa qué responder. Pero me aterra la posibilidad de que me pregunten por qué no fui Zusha, y en ese momento se terminen todos mis pretextos». A manera de generalización, podríamos decir que en la primera mitad de la vida nuestro objetivo es intentar ser Moisés, y en la segunda mitad nuestro objetivo es ser Zusha. Por ende, en la segunda mitad de la vida, la felicidad depende de nuestra capacidad de otorgar mayor peso a nuestras opiniones subjetivas, sin compararlas objetivamente con las de los demás. Por lo cual la consigna es: ser menos objeto y más sujeto; o: cómo necesito YO vivir mi vida, y no, impersonalmente, cómo debe vivirse la vida.
03. Ser padre de uno mismo es una misión de la segunda mitad de la vida, cuyo objetivo es superar la dependencia respecto de partes de nuestro mundo interno. Se trata de una confrontación entre las elecciones que ya realizamos y un núcleo interior de nuestro yo, que a veces se identifica con esas opciones , pero a menudo no se les parece en nada. Ello se debe a que las antiguas elecciones fueron adoptadas bajo presiones familiares, culturales, morales, etc. Quizás fueron las adecuadas a los quince, veinticinco o treinta y cinco años, pero ya no nos sirven a los cuarenta y cinco o a los cincuenta y cinco. Los mejores ejemplos de las sensaciones que inducen la transformación del individuo en progenitor de sí mismo no surgen de choques entre el yo y su entorno, sino todo lo contrario. Las sensaciones que anuncian la llegada de la «crisis» se ubican, por lo general, en el conflicto entre el yo y sus hábitos más arraigados. Puede tratarse de cuestionamientos como: «Qué estoy haciendo con este hombre o con esta mujer?»; o: «Cómo puedo vivir con esta panza?» o: «Por qué compro siempre un auto que sea fácil de vender, sin tomar en cuenta si me gusta o no?». No se trata solamente de nuestra relación con las cosas. De hecho, tiene muy poco que ver con las cosas en sí mismas, sino con su significación. Las sensaciones más conocidas desde la infancia, los objetos más antiguos en nuestra casa, inclusive las cosas que constituían símbolos de nosotros mismos, nos resultan súbitamente extraños y ajenos y no entendemos qué tenemos que ver con ellos. Ése es el comienzo del proceso de conversión en progenitor de sí mismo.
04. Para ser nuestros propios progenitores debemos decirnos a nosotros mismos: «No». Y eso es mucho más difícil que decirle «no» a otro. Y particularmente difícil porque a menudo, en alguna medida, nos deja solos; a veces, porque va contra las expectativas de los demás o el modo en que los demás están habituados a percibirnos, y a veces porque va contra nuestra naturaleza «anterior» y hasta en contra de cierta lógica.
05. Cuántas misiones, relaciones, promesas, valores, compromisos y funciones continuamos manteniendo sólo porque en algún momento les dimos comienzo y, a menudo, solamente porque se lo prometimos a alguien importante o a nosotros mismos. Cuántos paquetes de mentiras, promesas, principios, obligaciones y tareas cargamos a la espalda sin tener el coraje de detenernos al borde del camino, verificar lo que sabemos desde hace años: que todo o casi todo lo que hay en el paquete está hecho añicos, y tirar los pedazos para continuar nuestro camino con una carga aligerada y más adecuada para nosotros. El mensaje es, pues: el paso a la segunda mitad de la vida es una excelente oportunidad para revisar si todo lo marcado como «necesario» y «obligatorio», realmente lo es.
06. En realidad, todo lo que quise decir en este libro es que la vida, mientras dura, constituye una oportunidad de seguir evolucionando. Esa maduración, especialmente en la segunda mitad de la vida, está vinculada con las elecciones personales que hicimos porque queríamos lograr lo mejor, lo más cómodo, lo más grato, lo más seguro, lo más gratificante. Por ello, no cabe «mirar hacia atrás con ira» y lamentarnos por las opciones que desperdiciamos o arrepentirnos por las que asumimos, porque no tiene sentido comparar los resultados logrados con lo que podría haber sido si hubiésemos elegido otra cosa, según criterios tal vez buenos para otros pero no para nosotros mismos. Por lo tanto, miremos hacia atrás con benevolencia y compasión.
07. Lo que habrá en la segunda mitad de la vida, o mejor dicho: lo que sentiremos en la segunda mitad de la vida, depende de nosotros. Si la entendemos como una época de encogimiento y demoronamiento, eso es lo que será, y viviremos esos años con la sensación de que somos defectuosos por no ser ya jóvenes. Como no existe, en última instancia, una verdad absoluta, tampoco respecto de la segunda mitad de la vida, creo firmemente que la actitud de cada uno de nosotros es la que determinará si la misma ha de ser o no una época de crecimiento, evolución y cambios positivos. Creo que un cambio en la conciencia y la percepción de la segunda mitad de la vida como etapa dotada de contenidos existenciales por derecho propio -vivencia muy especial, que cobra significación diferente en cada individuo- provocará un cambio en la actitud de los demás hacia uno y, sobre todo, en la actitud de uno respecto de sí mismo. Todo es cuestión de conciencia: lo que ustedes esperen de la segunda mitad de la vida es lo que va a ocurrir. La respuesta es: hacer!!! Asume la responsabilidad por tu vida. No te refugies detrás de explicaciones psicológicas, aun cuando sean correctas.
Dr. Daniel Becker <dbecker@post.tau.ac.il>

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