Mi verdad…tu verdad
Reflexión de Humberto Maturana Romesín
Lo divino ha sido fuente de alegrías, de reflexiones éticas, de experiencias estéticas y de felicidad íntima, a la vez que de experiencias espirituales transformadoras del sentir y el hacer que amplían su visión de su dignidad humana en la autonomía reflexiva y de acción que su condición de seres biológico-culturales amorosos trae consigo. Es sólo cuando nos sumergimos en los fanatismos y fundamentalismos con los que buscamos obligar a otros a que se sometan a nuestras preferencias políticas, místicas o religiosas, que generamos el convivir de discriminación y exclusión que origina y conserva el dolor y sufrimiento que surge cuando se niega a las personas la autonomía reflexiva y de acción propia de su vivir humano ético-social como seres biológico-culturales.
Los fanatismos y fundamentalismos niegan la experiencia de lo divino al subordinar los sentires y haceres del vivir y convivir a los designios de la vanidad y la ambición. ¿Pudiera ser de otra manera? La experiencia espiritual como experiencia de ampliación de la consciencia de pertenencia en un ámbito más amplio de existencia que el vivir cotidiano que sólo el ver del amar muestra, es siempre una experiencia ética, y como tal no genera conflicto desde si misma.
Es sólo cuando no respetamos la experiencia de otro, y queremos imponer la nuestra sin reflexionar sobre el convivir que queremos convivir, que aparece el tema de la verdad, y con ella la sutil negación discriminadora cuando decimos, “esa es tu verdad, mi verdad es otra”. ¿Cómo será?
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